En Teoría del Estado se estudiaba al jurista socialdemócrata alemán Herman Heller, quien definía al Estado como la organización autónoma de la cooperación social territorial, concepto que choca con la visión fascista de este como sujeto vivo, por encima de las libertades.
De hecho, Mussolini usó un axioma liberticida: Todo dentro del Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
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Para el marxismo, Heller era inaceptable, El estado no era autónomo sino instrumento de las clases dominantes, la cooperación social desaparecía.
Lo cierto es que el Estado no es neutro, resulta de la dinámica de la correlación de fuerzas sociales que lo dirigen y goza de una relativa autonomía. Simplista es describirlo como la junta de negocios de la burguesía o sujetarlo a un único actor.
Ruta complementaria
Al respecto, el caso alemán es interesante. Encontraron en la economía social de mercado una ruta complementaria, intervención moderada y subsidiaria del Estado, estímulo paralelo a la libre iniciativa, un modelo compensatorio de desequilibrios.
Y es un debate estéril que no parece acabar, la reducción de la vida social a la predominancia del mercado y la demonización del Estado, irrelevante en medio de una pandemia, urgida de múltiples coordinaciones conscientes.
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La institucionalidad costarricense ha organizado la cooperación social en este desafío de salud pública. Detrás de las órdenes sanitarias no hay mandatos liberticidas y pasada la pandemia, habrá que evaluarlas para evitar su permanencia en otros contextos.
El cansancio con el confinamiento lleva a cuestionar las órdenes sanitarias, argumentando totalitarismo. Nada de eso, se trata de medidas oportunas y extraordinarias que han salvado vidas, incluyendo gran variedad de sectores en la toma de decisiones.
Tiempo habrá para ponderar alcances y ajustar la balanza.