¿El final del plástico?

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L a agenda ambiental de Costa Rica para el futuro tiene varios elementos importantes: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, disminuir la contaminación de cuencas y océanos, y manejar mejor los desechos sólidos.

El consumo de plásticos en todas sus formas es un factor que afecta de manera directa estas tres agendas.

Como parte de la industria petroquímica, la fabricación, uso y disposición de materiales plásticos es un factor importante en la emisión de gases de efecto invernadero. Es claro que los elementos más importantes de la agenda para la reducción de este tipo de emisiones tienen que ver con los motores de combustión interna y la reforestación, pero la reducción radical del uso de plásticos contribuiría de manera tangible sin duda alguna.

En el tema de la contaminación de cuencas y océanos, las campañas en marcha en el país para reducirla son importantes y, sobre todo, altamente consistentes con la imagen internacional y el cuido a largo plazo de los recursos para el desarrollo continuo de nuestra estrategia nacional de turismo. La mala disposición de los materiales plásticos hace enorme daño desde múltiples perspectivas pues afecta la biodiversidad, las emisiones, la contaminación y la imagen del país y sus empresas ante consumidores nacionales y extranjeros.

Todos hemos visto esos envases y bolsas, muchos de ellos aún con la marca de los productos que portaron o de las empresas que los utilizaron, al lado de las carreteras, flotando en los ríos, en cerros de basura o simplemente destruyendo el paisaje, principalmente en las playas.

Como parte de la contaminación por desechos sólidos, de los cuales se recicla solo una pequeñísima fracción, pese a los programas corporativos existentes, los materiales plásticos se encuentran entre los más dañinos, pues su biodegradación es tan lenta que, aún después de décadas y siglos, seguirán causando daños a la naturaleza y el paisaje.

La eliminación del plástico de nuestras vidas, sin embargo, no será sencilla.

La enorme conveniencia que los plásticos han traído a la sociedad es difícil de apreciar, pues gracias a ellos se logra empacar y conservar miles de productos de muy diferentes tipos frescos, transportables e higiénicos.

También, las alternativas de empaque, basadas en consumo masivo de fibras forestales, tiene efectos ambientales importantes que deben ser tomados en cuenta a la hora de hacer un balance sobre qué tipo de empaques y embalajes se deben usar más intensamente.

Hoy existen cuatro procesos que es importante estimular.

Primero, la reducción del consumo de plásticos de un solo uso, como las pajillas.

Segundo, el uso repetido de plásticos que se prestan para ello, como las bolsas.

Tercero, el reciclaje masivo de plásticos.

Y cuarto, la sustitución de plásticos por materiales más amigables con el ambiente.

Algunas naciones han empezado a prohibir el uso de plásticos, sobre todo los de un solo uso o los fácilmente sustituibles y han legislado para eliminarlos, incluyendo la prohibición total de bebidas envasadas en plástico; por ejemplo, la prohibición total de vajillas plásticas en el caso de Dinamarca, y vasos desechables en Francia.

En nuestro país ya existen empresas y proyectos que trabajan en estas dimensiones, incluyendo proyectos que mediante diseño e innovación ofrecen empaques y embalajes alternativos, programas de acopio y reciclaje de envases y bolsas; y hasta un proyecto en desarrollo para convertir plásticos en combustibles; pero la legislación al respecto es apenas existente.

Muchas compañías que utilizan estos materiales ya ofrecen programas de reciclaje u ofrecen empaques y embalajes alternativos, pero la escala necesaria únicamente se alcanzará cuando la legislación al respecto los limite o elimine de manera radical.

Pero es importante avanzar, y para eso la investigación, la innovación y el emprendedurismo son importantes. La verdadera aceptación por parte de los productores y consumidores depende de la existencia de opciones reales en términos de escala, conveniencia y eficiencia y, por el momento, no es claro que sin una legislación que encarezca o prohíba su uso estas tres características sean alcanzables. Tampoco queda duda de que el daño que causan debe incluirse en su costo, lo cual hace las alternativas mucho mas viables y atractivas.

Ya hay proyectos al respecto en la corriente legislativa y es importante que las empresas nacionales que fabrican y consumen estos materiales tomen nota, antes de verse sorprendidas con un cambio en la legislación que, por no haber actuado a tiempo, las afecte en su competitividad y rentabilidad.