El petróleo tiene sus razones

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El enfoque predominante en determinar cuáles son los contribuyentes principales al desplome de precios del petróleo desde junio de 2014 se ha centrado en la dinámica de su sobreoferta. Pero hay otro par de factores que ameritan un análisis igual de sostenido.

Referente al primero es necesario tomar en cuenta que el petróleo es tan solo una de muchas otras materias primas que han sufrido un colapso marcado en sus valoraciones. El índice de precios de Bloomberg para materias primas alcanzó sus niveles más bajos en 12 años a finales de enero pasado. El oro, cobre, aluminio y platino, por listar unos, han registrado caídas de dos dígitos en sus cotizaciones. Claro, hay factores particulares afectando a cada uno, como en el caso del petróleo. Pero también es probable que exista un motivo transversal aplicando presión a la baja.

El economista Jeffrey Frankel, de Harvard, propone que un factor capaz de tener ese alcance es la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos. Específicamente, la expectativa creciente de una liquidez más restrictiva y de tasas de interés más altas de dólares; ese inevitable desenvolvimiento monetario a partir de la creciente aceleración económica de ese país.

¿Por qué eso afectaría a la baja las cotizaciones del petróleo y otras materias primas? Frankel señala varios mecanismos, entre ellos, está que se incentiva a adelantar la extracción, pero a reducir su almacenamiento, conforme una tasa de interés más alta incrementa el costo-oportunidad de no optar por instrumentos con mejor retorno y menos riesgo. Asimismo, se debe tener presente que a menos liquidez y presión al alza en las tasas, el dólar tiende a la apreciación. Como Frankel nota, astutamente, esto explicaría por qué aquellos índices listados en otras monedas que no son dólares no exhiben la debilidad generalizada de los que sí se cotizan en esa moneda.

El segundo factor a tomar en cuenta como contribuyente a la debilidad extendida del petróleo es el panorama macroeconómico de China. Ese país está desacelerándose conforme arrastra una serie de problemas sumamente serios. Su base de manufactura para exportación está encogiéndose, tiene problemas de sobreendeudamiento (léase, burbujas) en los sectores de finanzas informales y bienes raíces, y el consumo interno sigue débil. Las tasas de crecimiento continúan fallando sus metas y, para los observadores más pesimistas (yo incluido), hay hasta un olor a deflación en el aire. Considérese que el año pasado la Comisión Nacional de Desarrollo en China estimó que había una sobrecapacidad de sobreproducción industrial de unos $6,8 trillones. El problema podría ser masivo.

Sí, hay impacto

Empero, ¿qué tanto peso puede tener el consumo petrolero de ese país? ¿Puede ser lo suficientemente importante para que el vislumbro de su desaceleración económica afecte precios a escala global?

Desde una perspectiva meramente de volumen, la propuesta es difícil de aceptar. China consume un poco menos de unos 10 millones de barriles de petróleo al día, la mitad aproximadamente que Estados Unidos. Sin embargo, la clave aquí es la tasa de crecimiento en su consumo petrolero y la constante expectativa de que va seguir aumentando.

Es algo que, por casi dos décadas ya, sí ha ejercido una presión a la alza constante. Según el banco francés Societé Generale, existe un correlación importante entre la apertura de China al comercio internacional y el incremento en el precio promedio de petróleo de $20 por barril a $100.

En la década desde que ingresó a la Organización Mundial de Comercio su demanda creció el equivalente del volumen combinado total de Inglaterra y Japón.

Por eso, cuando China registra un decrecimiento en su demanda, como lo hizo en setiembre del año anterior y de nuevo ahora en febrero, esto va a surtir un shock de presión a la baja sobre el precio del petróleo. Ni qué decir cuando, como ocurrió en octubre, se convirtió por primera vez en su historia en un exportador neto de petróleo.

El mundo se ha acostumbrado a una China que demanda cada vez más petróleo. Es una expectativa que se arraigó ya. A prueba de ello, la Agencia Internacional de Energía tuvo que reducir cinco veces su pronóstico de demanda petrolera para el país en el 2014. Casi que mejor hubiera hecho borrón y cuenta nueva.

Ahora, la razón de por qué es tan importante conocer cómo es que estos dos factores han afectado a los precios del petróleo, es que sirven como ventana hacia una realidad que se asienta en la economía global. Aquello que Mohamed El-Erian, de la multinacional financiera Allianz, llama la divergencia. Se refiere a esas crecientes brechas en las tendencias de crecimiento y rendimiento productivo entre grupos distintos de países. Para El-Erian, hay cuatro velocidades o grupos principales. Christine Lagarde, cabeza del FMI, había expuesto un argumento muy similar cuando describió la economía mundial como de “tres velocidades” después de la Gran Depresión del 2008.

Aunque difieran en el desarrollo de la idea, ambas perspectivas están de acuerdo, no obstante, en la importancia de que las dos economías nacionales pilares en el mundo (Estados Unidos y China) exhiben trayectorias notablemente discordes.

Esto representa una clara disyuntiva en la economía global y es algo que, necesariamente, tendrá un impacto tanto considerable como de largo alcance. Después de todo, estamos acostumbrados a expectativas económicas, por casi una década ya, en las que lo inverso era lo correcto, es decir, un Estados Unidos deslucido y una China emergente.