El presidente falta al decoro e irrespeta su cargo

Editorial | ¿Está de acuerdo Rodrigo Chaves con calificar al Poder Judicial de “corrupto” y de “prostituta”? ¿Cuál es la diferencia entre forma y fondo en estas afirmaciones que lo seducen al punto de darle “me gusta” en X (Twitter)?

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Esta semana publicamos un reportaje que comprueba que el presidente de la República, Rodrigo Chaves, da personalmente likes a las ofensas e insultos registrados en su cuenta de la red social X (antes Twitter), perfil acreditado como cuenta gubernamental por la misma plataforma.

El presidente nos confirmó que él está de acuerdo con al menos el fondo de las bajezas y palabras soeces a las que da “me gusta” contra la prensa, otros Poderes del Estado, partidos políticos, rectores, académicos, universitarios y ciudadanos.

Este comportamiento revela el pensamiento de un gobernante que debería respetar el cargo que le otorgó la ciudadanía. Evidencia también su vocación de enfrentamiento y su indiferencia ante la violencia simbólica de terceros, lo que podría llevar a actos violentos contra quienes disienten con sus posiciones, como ocurrió recientemente con un reportero y un camarógrafo de Repretel, hostigados por seguidores del gobierno.

Un “me gusta” a esas manifestaciones groseras y feroces revela un espíritu intolerante y es mal ejemplo para las nuevas generaciones.

Igualmente, demuestra pobreza intelectual cuando pretende descargarse de responsabilidad, afirmando que está en desacuerdo con la forma pero que sí avala el fondo de los likes.

¿Está de acuerdo Chaves con calificar al Poder Judicial de “corrupto” y de “prostituta”?

¿Avala calificar a los diputados como “ratas asquerosas” o “manada de buitres”?

¿Está de acuerdo en calificar a los rectores y académicos como “vividores” y “saqueadores”?

¿Cuál es la diferencia entre forma y fondo en estas temerarias afirmaciones que lo seducen?

No estamos ante una casualidad. Aparte de brindar rasgos de su personalidad, determinar con qué pensamientos concuerda y mostrar la intolerancia de sus convicciones, también nos hace descubrir que Chaves sigue la estrategia del antagonismo para alcanzar sus fines.

Empleada por Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Milei y Santiago Abascal, esta ruta de comunicación política persigue atacar a los adversarios como enemigos, satanizar a grupos y reunir apoyos para líderes populistas.

Antagonizar puede dar buenos resultados políticos. Los insultos, el ataque al cuerpo del adversario, las tácticas del miedo y las teorías conspirativas forman parte de la caja de herramientas de quienes cultivan el antagonismo como núcleo de su acción política.

El insulto sirve para disminuir y deshumanizar al adversario. El argumento ad hominem se centra en características personales y evade la discusión de políticas e ideas. La estrategia del miedo trata de crear ansiedad para movilizar frente a supuestas amenazas. Las teorías conspirativas construyen imágenes de sus oponentes como artífices de complots para dañar al país o a la gente.

La contradicción burda y simplista es utilizada a menudo por políticos populistas que dividen al electorado entre “nosotros” y “ellos”, método particularmente efectivo en las redes sociales, donde se disemina desinformación y noticias falsas.

Las consecuencias negativas de esta estrategia son particularmente graves, pues polarizan y dividen a las sociedades, erosionan la confianza en las instituciones (medios, parlamentos, tribunales) y pueden conducir a la violencia.

Trump llamó “deshonesta” a Hillary Clinton, la acusó de criminal, afirmó que si ganaba las elecciones dejaría entrar a millones de inmigrantes ilegales, y creó la teoría de que las elecciones del 2020 fueron una farsa, lo que llevó al asalto al Capitolio por turbas enardecidas.

Bolsonaro en Brasil llamó a sus oponentes traidores y criminales, acusó a Lula de “ladrón” y “comunista”, advirtió que si su oponente ganaba las elecciones el país se volvería comunista, afirmó que la pandemia era un engaño y llevó a la invasión violenta de edificios del Estado.

El ultraderechista español Abascal ha caracterizado a sus oponentes como “comunistas” y “traidores”, enemigos de España, denunciado que si el PSOE gana las elecciones el país será invadido por inmigrantes y señala que la covid-19 fue una farsa.

Milei, el extremista libertario argentino, ha llevado la estrategia del antagonismo al límite, atacando a sus rivales como parásitos y comunistas, amenazando con dinamitar el Banco Central y afirmando que la venta de órganos es un mercado más.

Generar polémica para atrapar atención. Esa es la consigna.

Los populistas coinciden en la utilización de esta perversa estrategia y el presidente Rodrigo Chaves se identifica con ella cuando estimula los excesos de sus seguidores en redes dándole “me gusta” a desmesuradas y falsas afirmaciones.

Uno de los supuestos que parece yacer detrás de su retórica antagonista y sobre su acción en redes es la creencia de que este es un atajo para sobrepasar a los medios establecidos y que sus provocaciones son simplemente una vía para obtener atención y generar emoción intensa alrededor de su figura. Lo importante no es que hablen bien o mal de mí, sino que hablen.

Sosiego, señor presidente. Su investidura ganaría si calma su espíritu, es tolerante, busca entendimiento, deja atrás enfrentamientos y abandona aires de bronca perpetua. El país necesita de cordura para enfrentar los retos de la inseguridad, desigualdad, corrupción y desempleo. Su caída de apoyo sostenida en las encuestas debería llevarlo al recato y a observar el decoro en su conducta. Respete la dignidad de su cargo y la de otros Poderes. El bien de la nación está en juego.