En deuda con la educación financiera

Cómo mi madre, que solo hizo primaria, tenía tan claras las nociones de ahorro, inversión, o formación de patrimonio

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¿Por qué es tan deficiente la educación financiera en Costa Rica? Es una pregunta que me he formulado varias veces en el pasado, pero con más intensidad desde que me incorporé a la Oficina del Consumidor Financiero.

Ensayaré tres posibles respuestas que he meditado. Una tiene que ver con el hecho de que tampoco estamos muy bien a nivel país en matemáticas o en ciencias. La segunda, porque solo puede enseñar alguien que estudia y vive lo que enseña.Y tercera, porque me parece que nuestra sociedad cambió los valores que antes sustentaban los fundamentos financieros familiares.

La primera explicación nos excusa de alguna forma a los que por años enseñamos finanzas. Si no lo hicimos bien, tampoco fue mejor en materias más esenciales. Estudié en un colegio público, y recuerdo a mi profesor de cálculo, que nos inspiraba con cada función o derivada que proponía. Hoy parece que las matemáticas que se instruyen son apenas para el gasto. Tal vez en efecto urge una reforma educativa profunda.

Qué más da...

Me siento más cómodo con la segunda explicación. No podemos pedir a maestros altamente endeudados, que le expliquen a sus estudiantes cuánto afectará su bienestar el tomar deudas que exceden su capacidad de pago. Tendremos que parir un grupo élite de maestros que enseñe finanzas a sus colegas, para mejorar la cosecha en unos 10 años.

Sobre la tercera, me he cuestionado cómo mi madre, que solo hizo primaria, tenía tan claras las nociones de ahorro, inversión, o formación de patrimonio, entre otras. La única respuesta coherente que he logrado es que los valores que ella vivía no solo empujaban a honrar todas las deudas, sino que el patrimonio se forja con ahorro. La deuda puede ayudar, pero no es la clave. Ni entonces ni ahora.

Por qué la educación financiera es pobre? Quizás porque las tres causas se mezclan. Dejamos de formar maestros que vivan la educación, sea lo que enseñen. Y tal vez como consecuencia, trastocamos los valores: la deuda me hará feliz. Y si no puedo pagar, qué más da...