¿Flotación administrada?

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El Banco Central, en las últimas administraciones, nos ha venido anunciado la migración del sistema de fijación cambiaria, de tipos de cambio nominales fijos o predecibles, a tipos de cambio más flexibles para que reflejen las fuerzas de oferta y demanda.

De esa forma, pasamos de un sistema de minidevaluaciones que estuvo vigente en el país por cerca de 25 años, a un esquema de bandas cambiarias a partir de octubre del 2006, y en enero del 2015, esta administración anunció la adopción de un sistema de flotación administrada, donde se liberaron las bandas y se permitió que el tipo de cambio fluctuara.

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Eso sí, el Banco Central se reserva el derecho, según criterios objetivos de intervención, de utilizar sus reservas monetarias internacionales para intervenir en el mercado cambiario y evitar fluctuaciones violentas.

Sin embargo, lo que hemos visto desde ese momento hasta incluso mayo de este año, es que más que un sistema de flotación, lo que hemos tenido prácticamente es un tipo de cambio fijo, con oscilaciones menores al 1% y con intervenciones significativas del Banco Central.

Pareciera ser que, el objetivo de estabilidad cambiaria nominal, lo ha adoptado esta administración como un gran logro.

Una de las grandes inquietudes alrededor de esta política es que las reglas de intervención no son conocidas ni tampoco se ha definido qué debe entenderse por fluctuaciones violentas en el tipo de cambio.

En consecuencia, cuando la evidencia demuestra que los excesos de dólares en ventanillas de los intermediarios se vienen cayendo desde finales del año pasado y que los bancos están comprando dólares para aumentar sus posiciones patrimoniales, se debería reflejar una depreciación consistente del tipo de cambio.

Esta tendencia sin embargo, ha sido coartada por el Banco Central, quien se ha dado el lujo de perder cerca de $ 400 millones en Reservas Monetarias en lugar de dejar que sea el mercado el que fije el precio verdadero del dólar.

En la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco) nos hemos dado a la tarea de cuestionar, respetuosamente y con argumentos técnicos de peso, dicha política.

De repente en junio, de un solo golpe, se presenta una depreciación de más de un 2% y en lo que llevamos del año, cercana al 2, 5%. Nos preguntamos, ¿Qué fue lo que cambió en pocas semanas para que se permitiera una mayor flotación del tipo de cambio? ¿Qué cambió en los criterios objetivos de intervención que permitió esta mayor flexibilidad cambiaria? ¿Vio el Banco Central una oportunidad de meterle una grada más de depreciación al colón para quitar las presiones de exceso de demanda que son típicas durante este año?

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Aunque algunos nos han tratado de desacreditar y atacar para desviar la atención en otras áreas, nosotros como gremio reiteramos nuestra lucha, no por pedir subsidios o tratos diferenciados, solamente lo que pedimos es que se deje actuar el sistema de flotación administrada objetivamente y que se permita que la tendencia a la depreciación del colón continué, eso sí, sin permitir oscilaciones violentas hacia arriba o hacia abajo que generen incertidumbre en el país.

Nos causó muchísima extrañeza y desilusión, ver cómo abiertamente el Banco Central en la revisión del Programa Macroeconómico, después de aceptar que los fundamentales de la economía sustentan un mayor ritmo de depreciación, decida perder y hacer uso de las reservas internacionales, a un ritmo de $ 300 millones por año durante el 2016 y el 2017, para evitar que la depreciación continué al ritmo que debería tener acorde con el mercado.

Esto nos causa un ambiente de mucha contradicción, pues por un lado el Central comunica que está haciendo esfuerzos y tomando medidas para desestimular el endeudamiento en dólares a no generadores, pero por otro siguen promoviendo una política cambiaria de estabilidad nominal, que perjudica la competitividad del sector exportador.

Seguiremos insistiendo y presionando por un cambio de actitud, pues no es justo que sean los empleados en las zonas rurales, dependientes de las empresas de exportación, los que tengan hoy en riesgo la continuidad de algunos de estos empleos, si se continúa con una política que deteriora la competitividad.

NOTA: La autora es presidenta de la Cámara de Exportadores de Costa Rica.