Infraestructura con enfoque de mujer

Las necesidades de movilidad que tenemos nosotras en la ciudad o en las áreas rurales no se identifican y por lo tanto quedan insatisfechas

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Inspirada por la participación en la IV Conferencia Euro-Americana de Liderazgo Colaborativo, Diseñando para la Inclusión de Género (organizada por Incae, Cinde y Voces Vitales) comparto algunas reflexiones de lo aprendido en esa actividad y luego de analizar el documento Issues Note-Gender Equality and Sustainable Infrastructure, de la OCDE.

Acertadamente Alexandra Kissling, de Voces Vitales, afirmó “el transporte no es género neutral”. En un panel moderado por ella e integrado, entre otras personas, por la Primera Dama, Claudia Dobles, se nos recordó que los temas de educación y salud naturalmente tienen un enfoque hacia las mujeres.

No obstante, la situación es distinta cuando se diseña política pública para los temas de movilidad y transporte público o cuando se valoran las políticas públicas vigentes en esas áreas, lo cual confesó con candidez el director del programa Estado de La Nación, Jorge Vargas Cullel (el informe correspondiente al 2018 contiene un capítulo de Transporte, el cual no tiene ninguna alusión al enfoque de mujer).

La realidad es que los hombres y las mujeres usan la infraestructura (de transporte, energía, recurso hídrico y sanitaria, y tecnológica) de forma diferente. En consecuencia, sus necesidades deben ser distinguidas en la formulación de las políticas públicas sobre infraestructura y en el diseño de los proyectos respectivos. Lo que es bueno para los hombres, no necesariamente es bueno para las mujeres.

Lamentablemente en un sector dominado por los hombres, como es el de transporte, las mujeres estamos insuficientemente representadas en todos los procesos, actividades y niveles de decisión.

No puedo dejar de mencionar que en nuestro país, en la historia del MOPT y sin demeritar los muy buenos ministros que hemos tenido, solo una mujer ha ocupado el cargo de ministra. Me refiero a Karla González, quien hoy ocupa un merecido alto cargo en el Banco Mundial.

A nivel mundial, en mayor o menor medida, las políticas públicas y proyectos, en materia de infraestructura, adolecen de falta de enfoque de mujer, lo cual lleva necesariamente a invisibilizar sus necesidades y a dificultar su efectiva inserción en el mercado laboral o en la ejecución de las actividades que realizan en función de los roles sociales que adoptan, cualesquiera que sean.

Sus necesidades de movilidad en la ciudad o en las áreas rurales no se identifican y por lo tanto quedan insatisfechas en las soluciones de infraestructura. Por ejemplo, una madre que lleva a sus niños a la escuela o a una clínica u hospital ¿cuenta con espacios seguros en sus destinos o en el curso de sus viajes?

Diversos estudios demuestran que las mujeres son las usuarias dominantes del transporte público y si se les da una buena opción renunciarían a conducir su vehículo del todo (yo estaría muy feliz de hacerlo). No obstante, la garantía de seguridad en el transporte, para hacer ese cambio, es clave para nosotras.

Menor riesgo

En India, una aplicación denominada SafetiPin contribuye a mejorar la seguridad de las mujeres seguridad en las calles, pues les ayuda a recorrer la ciudad con menor riesgo. Tiene incorporado algo así como un “botón de pánico” que se puede activar en cualquier circunstancia; además permite que quienes usan esta herramienta puedan calificar las vías y las áreas públicas con criterios y parámetros de seguridad.

Se dice que seis de cada diez mujeres en Latinoamérica indican haber sufrido acoso físico en las unidades de transporte público, lo cual resulta muy lamentable y requiere de atención inmediata. En Costa Rica, nos hacen falta datos, información y elementos que nos permitan hacer política pública en las diferentes áreas de infraestructura.

Para las autoridades de Costa Rica no debería ser complicado levantar un inventario oficial que contenga los puntos de seguridad más críticos que enfrentan nuestras mujeres a lo largo de las redes viales locales, nacionales, áreas públicas, etcétera.

Recientemente se han publicado videos en redes sociales y medios de comunicación que muestran cómo las mujeres son constantemente víctimas de delincuentes que quiebran ventanas en los vehículos para despojarlas de sus bienes. Aún habiendo un hombre dentro del vehículo, el ensañamiento en el robo de pertenencias se dirige con violencia hacia la mujer (una de mis sobrinas es una sobreviviente de dicha violencia).

Los puntos de riesgo de ataque son perfectamente conocidos por las fuerzas policiales (Seguridad Pública, Tránsito y municipalidades). Ya es hora de que las autoridades diseñen una campaña sostenida en el tiempo y con los ajustes que corresponda para que se mantenga actualizada, mostrando las rutas de tránsito vehicular, no vehicular y áreas públicas, menos seguras para las mujeres; aún mejor, que refleje las “rutas o espacios seguros” tanto en la red vial nacional como en la red vial municipal. Este sería al menos un esfuerzo por prevenir activamente que seamos víctimas de estos ataques.

Los concesionarios de buses pueden actuar con prontitud para tratar de llenar este vacío, pues por formar parte del sector privado cuentan con una capacidad de respuesta más ágil que la de las instituciones estatales.

Sería loable que sus respectivas concesiones sean declaradas como “transporte público con espacios seguros”; es decir, sitios reservados en los que se garantice la protección de las pasajeras en materia de acoso y violencia. Esto podría beneficiar también a otros sectores vulnerables de la población.

La Primera Dama de la República ha mencionado que en los diseños y estudios de factibilidad del proyecto del tren eléctrico se tomará en cuenta este enfoque que nosotras echamos de menos.

Sin embargo, mientras eso sucede y las demás políticas públicas y proyectos de infraestructura comienzan a girar hacia esa misma dirección, sería importante concientizar a la población con una campaña de información y prevención. Se trataría de una respuesta parcial, un primer paso, hacia la infraestructura con enfoque de mujer.