Innovación pervertida

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En una época donde la innovación se convirtió en una palabra sexy que todo el mundo usa indiscriminadamente para estar a la moda, acuso a quienes hacen cualquier cosa para luego autodenominarse innovadores, los acuso de pervertir el concepto de la innovación, los acuso de provocar una erosión sistémica y sistemática de su verdadero significado.

La innovación no se restringe a la creación de nuevos productos o a la investigación y desarrollo, como muchos plantean.

Crear nuevas cosas o generar nuevo conocimiento ya no es suficiente para determinar el carácter innovador.

La innovación tiene que ver con creación de nuevo valor. Tiene que ver con la capacidad de llevar a la realidad la creatividad y superar el filtro de aceptación de los usuarios.

Existen muchas ideas, iniciativas, inventos y hasta ocurrencias que hoy son tildadas de innovaciones, sin embargo, no se convierten como tales hasta que exista un tercero que aprecie su valor y que esté dispuesto a apropiárselas y utilizarlas. Hasta este momento, se puede hablar propiamente de innovación.

A modo de ejemplo, los nuevos sistemas electrónicos que usan los bancos para atender al público constituyen en el amplio sentido de la palabra una innovación, porque promovieron mayor orden en la atención, eliminaron el hacer fila y son muy aceptados por los usuarios. Otro ejemplo es el desarrollo de productos libres de gluten consumidos por quienes padecen la enfermedad celíaca.

Por su nombre

Datos de los últimos indicadores de ciencia, tecnología e innovación revelan que más del 90% de los empresarios se consideran innovadores. A la luz de lo expuesto anteriormente, tal vez lo adecuado sería preguntar a sus usuarios y también a quienes no son sus usuarios, si realmente los consideran innovadores. Esto también aplicaría para cualquier otra persona, empresa o institución que así se autoproclame.

Dice el proverbio chino que “el principio de la sabiduría está en llamar las cosas por su nombre correcto”.

Parafraseando se diría que el camino para alcanzar la innovación empieza llamando cada cosa por su verdadero nombre. Tener esto claro es fundamental para poder percibir y aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación.