La caída del petróleo, un estímulo inesperado

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A finales de octubre, el Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) anunció el final del tercer programa de compra de bonos, un estímulo económico de $40 billones mensuales. Esto provocó muchos temores en los inversionistas quienes se preguntaban: ¿qué pasaría ahora con los mercados sin esa cantidad de dinero entrando?

Algunos meses antes, el Banco Central Europeo (BCE) había anunciado un conjunto de medidas orientadas a estimular la economía y contemplaba poner en práctica un programa similar al de la Fed, esperando tener los mismos resultados positivos que, sin estar exentos de críticas, han ayudado a sacar a la economía más grande del mundo de la recesión, a disminuir el desempleo y generar mayor confianza en los consumidores. Se necesitaron tres rondas de compras, desde setiembre del 2008, para lograr ese objetivo.

Japón había anunciado, a inicios del 2013, un plan de estímulo fiscal y monetario con el objetivo de estimular la economía y generar inflación. La semana anterior, China bajó la tasa de referencia en un intento de estimular la producción.

Las economías de los países desarrollados están enfrentando un proceso deflacionario, que se une a una disminución en el crecimiento, una combinación nada buena en términos económicos, a pesar de los esfuerzos mencionados. Y, ahora, un nuevo temor se cierne sobre estas economías y su lucha por reactivar la inflación, a saber, la caída en los precios del petróleo.

El petróleo ha bajado en los últimos seis meses un 38%, una reducción muy importante que pone a los países exportadores de petróleo en una situación preocupante o al menos eso creíamos antes de conocer que la OPEP decidió no recortar la producción mundial de 30 millones de barriles diarios, a pesar de la disminución observada.

Esta baja y el anuncio de la OPEP, caen como un balde de agua fría para los banqueros centrales que necesitan inflación para estimular la economía, pues la deflación puede ser peor que la inflación, ya que al posponer el consumo, la economía no crece y esto puede llevar a recesión, mayor desempleo y una crisis que no queremos volver a ver.

El caso de Europa

Veamos el caso de Europa: la inflación ha caído del 3% en noviembre del 2011 al 0,3% en noviembre del 2014, el nivel más bajo desde octubre del 2009; el BCE tiene como objetivo una inflación del 2%.

Para los bancos centrales, la caída en el petróleo no es bien recibida en este momento, pues la baja en el petróleo tiene un efecto directo en muchos costos y un efecto indirecto en una infinidad de artículos que van a terminar más baratos para el consumidor final, en el momento menos indicado.

Sin embargo, la pregunta aquí es: ¿Será tan mala la baja en el crudo? Eso depende del horizonte de tiempo con el que se mire. Para el BCE, no es bueno en su lucha contra la deflación en el corto plazo, ni para el Banco de Japón, pero la economía global saluda con beneplácito esta baja, que se convertirá en un nuevo “plan de estímulo económico global”.

Los bajos precios del petróleo, se traducirán en menores precios de bienes y servicios en los próximos meses y eso se convertirá en mayor gasto por parte del consumidor. Ese mayor gasto provocara un mayor crecimiento.

Además, los precios bajos de hoy ya se traducen en menores precios de combustible: en los Estados Unidos, el galón de gasolina ha bajado de $3,68 a $2,76 y este ahorro de casi 90 centavos por galón, se traduce en menores costos de transporte y libera flujo que se destina a otro tipo de consumo, efectos que, juntos, mejoran la economía en general.

La baja en los precios del petróleo se convierte, sin que eso fuera un objetivo, en un estímulo económico adicional al que ya han iniciado Japón, Europa y China, y no es liderado por ningún banco central. Sus alcances son mundiales. Seguramente, en la baja del petróleo están sembradas las semillas del crecimiento global en el 2015.