La huelga y sus cabecillas

Los sindicatos son importantes, pero necesitan nuevos dirigentes (líderes), comprometidos con el bienestar de los afiliados y sus familias, en vez de uno basado en una ideología muerta

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La huelga tuvo dos propósitos para sus cabecillas (porque líderes no son):

Se propuso volver a dividir el país —como lo hicieron antes con el TLC— con la intención de hacer crecer la izquierda ideológica y política. Si por ahí ven a alguien que haya crecido en visibilidad en estos días, tengan por seguro que ese alguien estaba detrás de mucho de lo actuado y si no, que es el más descarado oportunista.

Se propuso también proteger intereses egoístas de un grupúsculo de cabecillas sindicales —mejor llamados irresponsables, arrogantes y traidores— que son capaces de sumir al país en una crisis que resultaría en crecimiento del desempleo y la pobreza, y nos retrasaría por años en el proceso de desarrollo, con tal de conservar sus injustificables privilegios, su cuota de poder y avanzar su causa izquierdista. Debe ser así, pues solo la nueva izquierda prefiere la crisis —como lo ha demostrado en Venezuela, Ecuador y Argentina en tiempos recientes— para luego ofrecerse como alternativa a un pueblo desesperado.

Calcularon mal

Cuando quedó claro que la gente no los apoyaría, recurrieron a la mentira y trataron de sabotear servicios esenciales para profundizar la crisis, sin importarles para nada la salud de los enfermos, los impactos en la economía de miles de pequeños empresarios y agricultores, nuestra imagen como nación ante turistas e inversionistas, ni la seguridad ante una eventual emergencia climática o geofísica.

Pero calcularon mal. Para hoy ya deben sentir el repudio de las grandes mayorías del país, que habrán visto con claridad sus malas intenciones; que sabrán que trataron de tirar la economía del país por un despeñadero con tal de prevalecer en su ideología; que con tal de mantener su mal utilizado poder, no les importó sacrificar al pueblo que dicen defender.

Los sindicatos son importantes, pero necesitan nuevos dirigentes (líderes). Un liderazgo comprometido con el bienestar de los afiliados y sus familias, en vez de uno basado en una ideología muerta que lo único que ha dejado al mundo es miseria y corrupción.