La necesidad del ajuste

No se puede postergar lo impostergable y posponer las decisiones sólo ensancha la brecha fiscal, aumenta la incertidumbre y compromete la posibilidad de resolver el problema y alejarnos de la crisis

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Todos sabemos que nos encontramos en un momento crucial para el país. Previo a la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2, la situación de las finanzas públicas del país apenas iniciaba el proceso de ajuste y la crisis sanitaria la acentuó, amenzando cada día, de manera más probable, con una crisis económica y sus efectos.

Por una parte, el déficit fiscal rondará el 10% del PIB hacia final del año, la deuda del gobierno ha crecido de manera sostenida y prácticamente 1 de cada 4 costarricenses no consigue empleo. Por otra parte, la insatisfacción y el descontento de los ciudadanos y la polarización de los tomadores de decisión dificulta -al parecer cada día más- la capacidad de lograr acuerdos y tomar decisiones responsables en beneficio de la mayoría de la población.

Como primera iniciativa, el 17 de septiembre, el Gobierno de la República anunció su propuesta inicial para negociar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el objetivo de obtener un préstamo por $1.750 millones. Dicha propuesta incluía un componente de reducción del gasto gubernamental -relativamente pequeño a gusto de muchos-, y proponía un conjunto de nuevos impuestos (entre ellos, el Tobin tax, el cual representaba el mayor aporte) -relativamente grande-.

Ese “desbalance” entre los nuevos ingresos y la propuesta de reducción de gasto, generó fuertes críticas por parte de los partidos políticos, los grupos de interés, los formadores de opinión y la ciudadanía en general; además de bloqueos, movimientos de protesta, personas heridas y otros actos de vandalismo.

Así, para calmar la situación, el Presidente de la República anunció el retiro de la propuesta del gobierno. Al mismo tiempo y con el afán de atender el llamado de los diferentes sectores y partidos políticos, convocó al proceso del Diálogo Multisectorial 2020, el cual fue organizado por el Programa Estado de la Nación y liderado por el señor Jorge Vargas Cullell.

Lamentablemente, el 15 de octubre, se anunció que las condiciones bajo las cuales fue diseñada la metodología para el diálogo no se cumplieron y la iniciativa fue desconvocada.

Ante esto, el Presidente de la República designó a la Primera Dama de la República, a los dos vicepresidentes, a la ministra del Economía, Industria y Comercio (MEIC) y al presidente del Instituto Costarricense de Puertos del Pacífico (Incop) para iniciar diálogos en las regiones periféricas del país y luego, junto al Presidente de la Asamblea Legislativa, Eduardo Cruickshank, convocó a 70 organizaciones de diferentes sectores a una sesión de trabajo para un diálogo multisectorial.

Urgencia

El país necesita resolver de manera urgente la situación fiscal, el tiempo apremia y la necesidad de crear un espacio, abrir los canales de diálogo y la viabilidad política, es tan importante con la robustez técnica de la propuesta.

La situación es compleja en muchos ámbitos; económico, social, sanitario y político, pero de manera urgente, es necesario el liderazgo de los tomadores de decisión, la cooperación de los distintos sectores y grupos de interés y el entendimiento de la ciudadanía para así lograr acuerdos y avanzar en la dirección correcta.

Como dicen “lo perfecto es enemigo de lo bueno” y se ha llegado al punto donde todos tendrán que asumir su cuota de responsabilidad y comprometerse con el costo del ajuste.

Discrepancias ideológicas y temas como las diferencias sobre el presupuesto nacional entre el Gobierno y la oposición han atizado la discusión. Los préstamos correspondientes al Plan de Financiamiento para Apoyo Presupuestario para mitigar los efectos de la pandemia por un aproximado a los $3.000 millones han dejado de ser apoyados por el momento, por todas las bancadas, lo cual dificulta la disponibilidad de recursos del Ministerio de Hacienda, principalmente para el próximo año.

De la misma manera, este ambiente y hasta cierto punto, la facilidad de opinar en redes sociales sin responsabilidad alguna, propicia el surgimiento de críticas, que lejos de construir, destruyen no sólo la posibilidad de superar la crisis fiscal, sino también, deterioran la institucionalidad del país.

¿Es una opción no acudir al FMI? Varias personas han argumentado que con un acuerdo se propiciaría un aumento del gasto del gobierno y no se resolvería la situación fiscal. Dada la inflexibilidad del presupuesto nacional, la dificultad o incapacidad para concretar reformas estructurales, la situación económica y fiscal del país y los pocos espacios y tiempo para resolverla, esperaría que el gobierno y su equipo económico estén trabajando en una nueva propuesta para presentar, cuanto antes, nuevamente a dicho organismo internacional.

El ajuste es inevitable y sin la participación del FMI el esfuerzo nacional tendría que ser aun mayor. Un acuerdo ciertamente implicaría condiciones, pero también daría una señal de compromiso para realizar el ajuste y se traduciría en menor presión sobre las tasas de interés, un menor costo de la deuda y un mayor plazo y posiblemente evitaría un deterioro aun mayor de la percepción externa y el riesgo país, lo que a su vez tendría efectos adicionales sobre los precios de los bonos, la rentabilidad de los fondos de pensiones y en general, sobre la incertidumbre y el ambiente macroeconómico.

Es momento de actuar en beneficio del país. Los partidos políticos, el gobierno, los empresarios, los sindicatos, los académicos y cada uno de nosotros como ciudadanos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Ya nadie duda de la gravedad de la situación en la cual nos encontramos, pero todavía queremos que otros sean quienes asuman el costo político, económico y social de actuar.

No se puede postergar lo impostergable y posponer las decisiones sólo ensancha la brecha fiscal, aumenta la incertidumbre y compromete la posibilidad de resolver el problema y alejarnos de la crisis.

Los espacios de diálogo y sobre todo de negociación son fundamentales, pero asimismo lo es una propuesta sólida que permita, con liderazgo y visión alcanzar los acuerdos necesarios para lograr sacar el país adelante como finalmente todos queremos. Es momento de dejar de lado las ideologías, el partidismo y las excusas que han llevado a la parálisis en la toma de decisiones y pensar en las futuras generaciones.

Gloriana Ivankovich Escoto