La sustancia de la economía

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El paradigma de una Costa Rica desarrollada se basa en la idea de atraer inversión extranjera, dar concesiones a la empresa privada para el desarrollo de la infraestructura pública, firmar tratados de libre comercio y educar a la población para que capitalice estas oportunidades. ¿Es un enfoque adecuado? Sí. ¿Es esto suficiente para lograr el salto a la Costa Rica desarrollada? No.

La premisa que debemos sostener es que no podremos ganar la lucha contra la pobreza y alcanzar el imaginario del desarrollo costarricense si seguimos apostando por herramientas de desarrollo que son potencialmente volátiles. Volátiles porque en el tanto Costa Rica no logre mantener costos competitivos y estándares de calidad y eficiencia aceptables, el costo de oportunidad de las compañías transnacionales responderán a su natural interés de buscar lugares más rentables.

La orientación sugerida para diversificar el desarrollo nacional debería ser hacia fortalecer la empresa nacional. De esta forma complementaria, generaríamos una fuente fresca de recursos y Costa Rica estaría menos expuesta al costo de oportunidad de las empresas extranjeras.

No obstante, Costa Rica se ha enredado en sus propios mecates. Actualmente, ocupamos el lugar 121 de 183 países como país que facilita los negocios, según el ranking de Doing Business del Banco Mundial.

En comparación con las otras naciones latinoamericanas, ocupamos el bajo puesto 25 de 31. Precisamente la evaluación señala serias deficiencias en trámites para abrir un negocio, obtención de crédito y protección al inversionista. En otras palabras, el sistema costarricense no le facilita la vida a propios y extranjeros.

¿Por dónde comenzar?

Primeramente se debe redefinir el marco legal para que los negocios operen. Esto es: menos trámites, digitalización de servicios, y garantías de protección al inversionista por ejemplo.

Seguidamente habrá que dotar a las empresas nacionales de buenas fuentes crediticias. Paralelamente, Costa Rica debe solidificar su enfoque en generar empresas nacionales de servicios y tecnología. Establecer este tipo de negocios es relativamente bajo, existe mano de obra con talento, y tendría el potencial del alcance internacional por la estructura existente de nuestros tratados de libre comercio.

Además, en estas áreas tenemos mayor probabilidad de éxito para desarrollar nuestras ventajas competitivas como la calidad y el valor agregado. Es imperante además que Costa Rica evite meterse en el juego de producir en grandes volúmenes y manufactura o producción agrícola sin valor agregado, puesto que en esto China e India son más baratos y con mayor capacidad.

El Gobierno debe proveer la infraestructura que el país urge, facilitar incentivos fiscales a las empresas nacionales nacientes y detener esa obsesión por hacer crecer el aparato estatal.