Las víctimas de los 100 días

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Los primeros días de la gestión de gobierno han sido sumamente convulsos, producto de la impericia en gobierno y de un pésimo manejo de la comunicación institucional, que ha desatado una enorme lista de contradicciones.

El enorme capital político con el que llegó Luis Guillermo Solís a Zapote, luego de su apabullante victoria en segunda ronda, de a poco parece que empieza a difuminarse, muchísimo antes de lo esperado.

En política, la consistencia es lo más difícil de lograr y esto se le dificulta todavía más al Partido Acción Ciudadana (PAC), cuando muchos pretenden que mantenga sus posturas fundacionales y promesas de campaña (algunas bastante irresponsables), ahora en el poder. ¡No se puede ser oposición desde el Gobierno!

Tal como decía el escritor y dramaturgo inglés John Galsworthy: “Solo hay una regla para todos los políticos del mundo: No digas en el poder lo que decías en la oposición”.

El problema es grave porque tal como ha admitido el propio presidente de la República, Luis Guillermo Solís, la expectativa para que él haga valer el cambio que el pueblo de Costa Rica demanda, es tan grande, que hasta él mismo se pregunta si podrá sobrellevarla.

Lastimosamente, el mandatario no fue responsable en campaña, cuando desde el desconocimiento, lanzó promesas al aire, bastante difíciles de cumplir ahora en el poder, de forma inmediata, lo que ya ha empezado a generar una profunda resaca de frustración y engaño, en quienes le depositaron su confianza en las urnas.

Efectivamente, no es lo mismo verla venir que bailar con ella.

Lo que queremos oír

Gobernar implica responsabilidad, administrar con inteligencia las expectativas y marcar nuevos derroteros capaces de lograr en el corto, mediano y largo plazo.

Esto es lo que quisiéramos escuchar en el informe de los 100 días de gestión de este nuevo gobierno y no un diagnóstico para justificar el estado actual de las cosas, acompañado de un listado de escándalos que servirá para arrojar algunas víctimas a los lobos para que el cambio sea creíble.

La vocación de gobierno del PAC será puesta a prueba por primera vez; gobernar es mucho más que denunciar, aunque esto sirva para disimular un poco la impericia de algunas de las figuras de su Gabinete y distraer a la opinión pública de sus yerros.

Lo simbólico pronto pasará a un segundo plano, dentro de unos meses los selfies ya no causarán tanta gracia y muy pocos serán los que se acuerden de la visita presidencial a los vecinos de Zapote, de la poda de arbustos en los jardines de Casa Presidencial, del izar la bandera de diversidad sexual, donde sacrificó parte importante de su capital, en algo que para algunos fue tan inocuo.

El pueblo tarde o temprano demandará acciones concretas y plausibles, en las que se vislumbre con claridad una nueva hoja de ruta para los destinos del país, el tan ansiado cambio no sólo de nombres y partidos, sino en la forma de gobernar, si este no llega, lo simbólico simplemente quedará reducido a populismo.

¡La simpatía nunca se debe confundir con el liderazgo!