Mujer vedada

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En este momento histórico, cuando el feminismo se embriaga de sí mismo, no hay absolutamente nada que el hombre pueda decir acerca de la mujer que no sea percibido como nocivo, oblicuo o, en el mejor de los casos, sospechoso. La mujer no quiere existir del todo en el discurso del hombre. Ella quiere teorizarse a sí misma.

Consideremos el problema desde el punto de vista del poeta: no hay registro metafórico que no sea considerado políticamente incorrecto: la mujer-madona, la mujer-fruta, la mujer-ave, la mujer-gea, la mujer-madre, la mujer-diosa, la mujer-fuerza de la naturaleza, la mujer-cuerpo celeste, la mujer-obra de arte, la mujer-mar, la mujer-cervatillo (El Cantar de los Cantares)... todos los registros metafóricos han sido vedados, todas las imágenes se asumen portadoras de nefastos contenidos ideológicos que urge revertir, y que deben ser examinados como los productos provenientes de un país de narcotraficantes, en las barreras aduaneras de un aeropuerto sobre-vigilado. Suspicacia y desconfianza que a menudo derrapan en la paranoia.

El mero hecho de que la mujer sea generadora de metáforas -cualquiera que sea su registro- es considerado peligroso, sintomático de oscuras proclividades hacia la cosificación, o indicio de insidiosos mecanismos de manipulación. Esto confinará a muchos hombres a la afasia y el mutismo. Evitarán referirse a la mujer. No tiene caso crear una nueva tesitura metafórica para aludir a la mujer: todas serán rechazadas por hache, be o zeta.

Por lo pronto, la mujer atraviesa una fase de agudo narcisismo poético. Sin cesar se toma a sí misma como objeto poético (maternidad, deseo, sexualidad, erotismo, ancianidad, beligerancias políticas diversas). Muy bien: estamos en presencia de un bello y fecundo hontanar poético. Pero, como todos, se agotará. Quizás en algún momento sienta la necesidad de cantar al hombre. Quiero entonces ver de qué registros metafóricos echará mano, y cuán políticamente correctos serán, de conformidad con esas mismas vedas que impusieron al hombre en su simétrica gestión. Después de demasiado cantar, yo, como bardo, me declaro contento de poder deponer mi laúd, sentarme a descansar, y oír ahora lo que de mí alguna trovadora tenga que decir. ¿Seré nube, armadillo, cucaracha, maceta de geranios, clavelina a lo Lorca? No lo sé. Será divertido, todo esto, ya lo creo que sí.

Y el nefasto reduccionismo de los regímenes poéticos que el hombre usó a propósito de la mujer durante milenios (fruta, luna, tierra, mar, flor, surco labrantío), ¿será considerado de otra manera al ser aplicado al hombre? Veo difícil, justificar esta posición. Es triste, muy triste que aun la poesía haya sido convertida, por las militantes de las brigadas de choque del feminismo ultra-radical, en material digno de suspicacia, de celosísima inspección, de "exégesis" ideológica. Es triste haber llevado las cosas a este punto.

Con ello queda esterilizada tanto la poesía masculina de inspiración femenina, como la poesía femenina de inspiración masculina (a la que le llega ya su tiempo). El referente femenino como el referente masculino serán prácticamente inabordables desde la óptica analógico-poética. Lo que haya de ser, será.