Opinión: El colón en el contexto externo

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Durante la primera semana de febrero, el tipo de cambio promedio en el Monex alcanzó un máximo de ¢529 por dólar, igualando niveles no vistos desde julio del 2010. En total, la depreciación en lo que va del 2014 ha sido del 4,6%, lo que contrasta con la estabilidad alrededor de la banda inferior observada en los últimos años.

Sin embargo, los datos del Banco Central sugieren que no ha habido cambios sustanciales en la dinámica interna del mercado, ya que las compras netas promedio del Sector Público No Bancario (SPNB) y de los intermediarios cambiarios en las últimas cuatro semanas no superan considerablemente niveles de otros periodos comparables en 2012-2013.

El fortalecimiento del dólar en las primeras semanas del año ha sido un fenómeno global. En enero, de las monedas más transadas internacionalmente (incluyendo las de países emergentes), únicamente el yen se había apreciado contra su contraparte norteamericana. Los países no desarrollados se han visto particularmente afectados, con fuertes depreciaciones, entre otros, en Argentina (-16,9%) y Colombia (-5,8%). En algunos casos, como el de Turquía, la depreciación debió ser combatida a través de la aplicación de medidas monetarias extraordinarias.

Esta apreciación del dólar puede ser explicada por cambios en la dinámica macroeconómica internacional. En ese sentido, la decisión de la Fed de desacelerar su programa de compra de activos parece ser el inicio del proceso de normalización de la curva de rendimientos de EE. UU. Potencialmente, esto incrementaría las tasas de interés, fomentando la repatriación de capitales.

Un freno súbito

Por otro lado, en discrepancia con la aceleración en el mundo desarrollado, algunos países emergentes muestran debilidades que podrían desincentivar los influjos financieros ante el riesgo de un deterioro de la economía. Aquí cabe resaltar las señales contradictorias generadas por los últimos datos en China y las dificultades inflacionarias y de bajo crecimiento en Brasil. Otros países como Turquía y Suráfrica, por su parte, sufren de problemas sociopolíticos que podrían minar su capacidad para atraer capitales. Dichas circunstancias, en caso de un choque inesperado a la economía global, podrían traducirse en un “freno súbito” de los flujos internacionales, especialmente si los inversores temen un contagio en países emergentes.

El Banco Mundial estimó en un reporte reciente que el aumento paulatino de los rendimientos de largo plazo en EE. UU. resultaría en una caída de los influjos de capital privado en los países emergente de alrededor del 0,6% del PIB. Sin embargo, debe acotarse que la mayoría de dicho ajuste se daría por vía de la inversión de portafolio, rubro que en la última década no ha sido la principal fuente de financiamiento del déficit en cuenta corriente costarricense. Esto podría limitar la presión al colón, incluso si el ajuste de los intereses es más rápido de lo pronosticado.

Sería esperable, entonces, que el tipo de cambio se estabilice conforme avance el año, siempre y cuando la economía no enfrente ninguna perturbación significativa en los próximos meses.