Opinión: El presidente que nos urge

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Por ahí circula una frase que se atribuye a Einstein y que reza así: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Cuando veo los ejercicios presidenciales en nuestro país y la falta de avance en temas que son relevantes para nuestra sociedad, quedo con el sinsabor de que, a pesar de los retos que enfrentamos, se sigue haciendo lo mismo y, por lo tanto, los resultados también son los mismos.

Ocupamos un presidente que quiera hacer las cosas de manera diferente; urgen diputados con una nueva visión de su manera de operar; se requiere romper el paradigma del mandato presidencial y legislativo.

¿De qué manera hay que romper estos esquemas que nos llevan unas veces sí y otras también, a lo mismo?

1. Urge un presidente que no viaje si no hay plata de por medio: El presidente de Costa Rica debe gobernar desde Costa Rica. Si hay invitaciones a tomas de posesión de otros gobiernos, para eso están los vicepresidentes o los ministros de Relaciones Exteriores; si hay cumbres de gobernantes, que asista si se logra coordinar el inicio de negociaciones comerciales o ampliar las existentes con alguno de los países participantes, pero si es para ir a escuchar discursos y firmar declaraciones que terminan enmarcadas en la oficina de “alguien”, entonces que vaya algún representante que luego brinde algún reporte.

2. Urge un presidente que abra espacio a profesionales para el manejo de la cosa pública: En tiempos en que un candidato lideraba las posibilidades de ganar las elecciones, mi padre me decía que ese señor no le gustaba porque llevaba al gobierno “a los mismos del gobierno de fulano”. Y eso pasa cada cuatro años, la población vive con la sensación de que “los mismos” siguen gobernando y que por eso las cosas siguen haciéndose de la misma manera. ¿Existe en este país un partido que, en caso de ganar, esté dispuesto a abrir a concurso las plazas de ministros, de directivos y de presidentes ejecutivos? ¿Alguien ha pensado en el importante capital humano costarricense que no participa activamente en nuestra sociedad precisamente porque no es político, ni quiere serlo por el estereotipo que todos conocemos? Evidentemente, quienes participen en estos concursos deberán estar dispuestos a ponerse la camiseta del Gobierno, lo que implica tener opiniones comunes, pero en ningún caso será requisito lucir la camiseta del partido en el poder.

3. Urge un presidente que se arrolle las mangas y trabaje con los diputados “en” la Asamblea Legislativa: No me refiero a trabajar con los de su partido, me refiero a todos los diputados. ¿De qué manera? Si las elecciones son el primer domingo de febrero, y el presidente electo se conoce con gran certeza esa noche, entonces que desde el lunes convoque a los diputados electos de todos los partidos a empezar a trabajar nombrando a sus jefes de fracción, para así coordinar reuniones que permitan, desde antes, estructurar una agenda con el mayor acuerdo posible, para que mayo reciba a todos con un plan de trabajo más adelantado y no arrancar con “aumentos de sueldo”. Es decir, empezar a negociar desde antes de ocupar curules y sillas presidenciales, para que cuando todo sea oficial el trabajo inicie con menos incertidumbres. ¿Y el ministro de la presidencia? Si es necesario nombrar uno, entonces que coordine otras labores del Ejecutivo, pero que la comunicación con la Asamblea sea directa con el Presidente.

Una mejor coordinación

4. Urge un presidente que coordine mejor con los demás poderes: Se necesita más comunicación entre el presidente de la República, el de la Corte y el de la Asamblea Legislativa. Qué diferente sería si, por ejemplo, la Corte Plena permitiera que la Sala Constitucional nombrase a un representante para que fuera analizando los proyectos de ley coordinados entre el presidente y los jefes de fracción. Esto podría ayudar a que los proyectos lleguen en mejores condiciones a debate para agilizar su discusión y luego su implementación. Y ni qué decir de lo importante que sería una comunicación directa presidente del Ejecutivo-presidente del Legislativo, lo que serviría para agilizar agendas y discusiones, todo en el marco de las conversaciones presidente-diputados.

5. Urge un presidente y una asamblea con el carácter para plasmar en ley un proyecto de país: Otra percepción nociva que transita nuestras alamedas, es que los gobiernos plantean estrategias de país que no superan los cuatro años porque el gobierno que sigue llega con una hoja de ruta distinta y margina mucho de lo realizado por el gobierno anterior. Si el grupo formado por el presidente, la Asamblea Legislativa y la Sala Constitucional logran consensuar un proyecto de país para 20 años, ¿por qué no plasmarlo en una ley y no en buenas intenciones? De este modo, esa ley servirá como el marco estratégico contra el cual deberán analizarse los proyectos de ley que se propongan en el futuro.

6. Urge un presidente que eleve el perfil del Ministerio de Planificación y Política Económica : He conversado con empresarios que me han preguntado si el Mideplan todavía existe; eso es lo que yo llamo un “ministerio invisible”. Este ministerio sería precisamente el rector del marco estratégico del Gobierno, y tendría la autoridad para establecer responsabilidades a quienes incumplen, pero también la responsabilidad de dar reportes periódicos ante la Asamblea Legislativa sobre el avance del proyecto país. Este ministerio debe coordinar la labor de todas las entidades relacionadas con la economía.

¿Quién se anima a hacer las cosas diferente? Costa Rica se encharcó en dimes y diretes que no permiten avanzar. Si seguimos haciendo lo mismo, seguiremos recibiendo lo mismo, y seguiremos quejándonos de lo mismo.