Opinión: Las brechas se reducen

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Imagine el lector mi sorpresa al ver la última portada de EF (edición 944), en el que se denuncia una calamidad: “Crece brecha en escolaridad: diferencia entre el 20% de más ingresos y el 20% menos favorecido subió 34% en los últimos 20 años”. La portada se ilustraba con la imagen de dos muchachos de colegio muy actuales y daba paso a dos páginas de reportaje, gráficos y recuadros, para rematar en un editorial que reiteraba, alarmado, la gravedad de este supuesto aumento de la desigualdad educativa generada en los últimos 20 años pero, sobre todo, en la última década. De infarto.

La realidad, sin embargo, es otra. No solo es otra: es precisamente contraria a lo que afirma el reportaje.

En esta década, Costa Rica no solo ha logrado aumentar la cobertura de su sistema educativo, sino que lo ha hecho mediante una notable reducción de las desigualdades educativas.

¿Cómo pueden un reportaje, una primera plana y un editorial fallar tan estrepitosamente en el diagnóstico de lo que está ocurriendo con nuestra educación? La explicación es sorprendentemente fácil: el reportaje corresponde, en realidad, a las brechas educativas que afectaron a la población que hoy tiene entre 25 y 65 años. No a las que afectan a nuestros jóvenes de hoy.

¿Qué quiere decir esto? Algo simple y obvio: el estudio se refiere a personas que tuvieron 15 años entre el año 1959 y el año 1999. Esa es la población que se analiza en el reportaje. Personas que perdieron su oportunidad educativa entre 1959 y 1999. Es para estas personas que se ensancharon las brechas educativas entre ricos y pobres: pero es algo que ocurrió hace muchos años, no lo que está ocurriendo hoy.

Lamentablemente, la portada, la noticia y el editorial inducen a error pues sugieren que estas oportunidades educativas se están perdiendo ahora y advierten que el problema es actual y urgente. De hecho, mediante un gráfico engañoso se afirma que “en la década 1990 la brecha de escolaridad entre ricos y pobres crecía lentamente, pero para la década del 2000 se aceleró”, indicando que la desigualdad creció un 9,6% entre 1990 y 1999, y se disparó para crecer un 27,3% entre 2000 y 2009. El lector no puede pensar más que eso: la desigualdad está aumentando hoy.

Sin embargo, no. Aunque los datos son ciertos, significan algo muy distinto: si la desigualdad educativa de la población que hoy tiene entre 25 y 65 años mostró un gran aumento a partir de 1999, la explicación no hay que buscarla ahora, sino en el momento en que estas personas tenían entre 13 y 17 años, que fue cuando se les truncaron sus oportunidades educativas.

En términos más simples: alguien que tenía 65 años en 2009, tuvo 15 años en 1959; y quien tenía 25 años en 2009, tuvo 15 años en 1999. Esos son los años que realmente analiza (sin decirlo) el reportaje: la evolución de las oportunidades educativas entre 1959 y 1999. Nada de lo que ha ocurrido en nuestro sistema educativo después de 1999, se refleja en la publicación de EF.

Históricamente, el reportaje es importante, pues reproduce lo que ocurrió hace muchos años: Costa Rica venía haciendo un gran esfuerzo por aumentar la cobertura educativa en los años 60 y 70, pero fue a fines de esa última década e inicios de los 80, cuando esa tendencia se revirtió. La cobertura bruta de la educación secundaria aumentó hasta el año 1979 pero, a partir de ahí, se vino abajo: no solo cayeron los porcentajes, sino también los números absolutos de jóvenes estudiando.

Un joven que en aquel momento tenía entre 13 y 17 años, hoy tendría entre 41 y 45: esa fue la generación afectada por el ensanchamiento en la desigualdad educativa que se dio a partir de 1979 y que se refleja en el reportaje.

Empero, la portada, el reportaje y el editorial utilizan los datos de la creciente desigualdad que se gestó entre 1979 y 1999 para insinuar que ahora, en la última década, las brechas educativas en Costa Rica están aumentando. No es cierto. Cuando se dice que el mayor aumento en la desigualdad se da del 2000 al 2009, en realidad se está diciendo que eso ocurrió ¡20 años antes! Esto se aprecia con claridad en el gráfico k Vea gráfico “Tasa bruta de cobertura...”.

Hoy, las cosas son muy distintas de lo que sugiere EF. Para empezar, hay un aumento sostenido de la cobertura educativa: la tasa neta de escolaridad en secundaria pasó del 60% al 75% en esta década. En secundaria diversificada, si bien la escolaridad neta no aumenta tan rápidamente (como consecuencia de la sobre-edad que prevalece en nuestras aulas), la escolaridad bruta sí muestra un avance muy significativo, pasando de apenas un 67% en 2006 al 93% en 2013. Un cambio notable en siete años.

No obstante, lo más importante es que dichos aumentos en cobertura se logran gracias a una reducción de las desigualdades que afectan al sistema educativo.

Esto se reconoce claramente en el IV Informe del Estado de la Educación que, contrario a lo que sugiere el reportaje de EF, sostiene que “en materia de acceso, el sistema educativo costarricense es cada vez más inclusivo y atiende en forma mayoritaria a la población de bajos y medianos ingresos” (IV IEE, p. 51).

Esto contrasta con la realidad previa –que es la que refleja el reportaje– pues, como también señaló en su momento el III Informe del Estado de la Educación: “El país ya se recuperó del grave error cometido en la década de los 80, cuando se recortó el gasto en educación, se desplomaron los principales indicadores del sector y se escamotearon las oportunidades educativas de una generación completa” (III IEE, p. 37).

Lo que dicen los datos

Sin embargo, más allá de las opiniones, veamos los datos.

Las brechas de asistencia escolar tendieron a reducirse en el periodo 2003-2012, tanto por zona como por ingreso o por nivel educativo de la familia. Para la población de 13 a 17 años, la asistencia escolar se incrementó de 82,3% a 87,8% entre quienes residen en la zona urbana y de 63,5% a 79,2% para los que habitan en zonas rurales. Esto quiere decir que la brecha urbano-rural se redujo del 30% al 10% entre 2003 y 2012.

También se redujo la brecha en equidad educativa por ingresos: la asistencia a la educación en la población de 13 a 17 años del quintil más rico apenas aumentó de 92,3% a 92,7%, pero en el quintil más pobre aumentó de 64% a 77,1%. Contrario a lo que sugiere el reportaje, la diferencia entre la escolaridad de los más ricos y la de los más pobres cayó de 44% a 20% entre 2003 y 2012.

Finalmente, y esto es de lo más importante, se están reduciendo las brechas que se relacionan con el nivel educativo del hogar, que son las que hacen más persistentes los círculos viciosos de la pobreza. De acuerdo con los datos del Estado de la Educación, la asistencia a la educación regular de los jóvenes de 13 a 17 años pertenecientes a hogares con el clima educativo más alto, bajó de 97,7% a 94,7%, mientras que para aquellos jóvenes pertenecientes a hogares con los climas educativos más bajos aumentó de 58,2% a 73,2%. De esta manera, la brecha se redujo de un 68% a un 29% en esta década.

La reducción de las desigualdades se aprecia con claridad en el gráfico ( k vea gráfico “Reducción de las brechas”), que muestra cómo en la última década efectivamente han caído las desigualdades educativas que separan a las hijas e hijos de familias con alto nivel educativo de las que provienen de familias con menor nivel educativo, a los estudiantes más ricos de los más pobres, a la juventud urbana de la rural: las brechas aún existen, pero han caído drásticamente.

Esto no significa que el reportaje de EF sea falso, simplemente que se refiere a un momento distinto de nuestra historia: las brechas educativas ciertamente se ensancharon entre 1979 y 1999. Hoy, la situación es otra: junto a gran cantidad de reformas educativas que están impactando la calidad y pertinencia de la educación, el país está logrando que la cobertura educativa aumente y, sobre todo, que las brechas de inequidad educativa se reduzcan. Pero no podemos sentirnos satisfechos, hay camino por andar.