La mejor forma de distribuir la riqueza es mediante el sistema tributario que le permite al Estado disponer del dinero obtenido, a través de los impuestos que todos los ciudadanos pagamos, para construir y comprar: obras públicas (carreteras y puentes), educación (escuelas, colegios, centros de formación académica), salud (centros de salud) y seguridad (equipo, etc.).
Los anteriores son grandes sectores de la economía nacional que potenciarían la formación de círculos de progreso y crecimiento económico porque facilitarían la inversión y el emprendimiento. También potenciarían el debilitamiento de los grandes círculos de pobreza y estancamiento.
En nuestro país el dinero que corresponde a todo lo anterior, se destina injustamente al pago excesivo de incentivos y privilegios salariales a los trabajadores del sector público. Importante es decir que los trabajadores no tienen la culpa de eso, simplemente el sistema nuestro nos ha llevado a través del tiempo a una división dañina entre las condiciones salariales del sector público y las del sector privado. k Vea gráfico “Comparación de condiciones salariales”
Los rubros salariales de retribución por años servidos, el salario escolar y otros representan solo el año 2013 la suma de $1.350 millones y para el presupuesto del año 2014 la suma de $1.470 millones. Si tan solo nuestra economía dispusiera de $1.000 millones al año para destinarlo a lo apuntado en el inicio, con toda certeza que los índices de pobreza y desempleo serían mínimos casi inexistentes. Como agravante, para pagar los rubros indicados, el Ministerio de Hacienda tiene que emitir bonos de deuda pública con los respectivos costos financieros.
Lo anterior se ha constituido en un círculo vicioso que se mantiene y que nos lleva hacia un despeñadero similar al que tiene España. El crecimiento de las remuneraciones en el sector público, viene siendo mucho mayor que el crecimiento de la inflación y que el crecimiento del PIB. Esto no es sostenible y el único destino será la crisis socioeconómica.
Algunos dirán que para evitar el descalabro es necesario cobrar más impuestos y atacar la evasión. Esto es cierto, pero también es cierto que una población bien informada nunca estará de acuerdo en pagar nuevos impuestos, si no se le pone fin al tema de los privilegios e incentivos salariales excesivos.
Es obligación de todos sentarnos para ventilar en forma integral, primero el gasto público y la evasión del pago de impuestos y, finalmente, todos estaremos gustosos de pagar nuevos tributos. Al hacer esto, debemos tener en mente la eliminación de la pobreza y la creación de puestos de trabajo para todos, así como la eliminación del déficit fiscal y la deuda pública.
Este problema es una amenaza nacional grave y no lo arregla un solo partido político que gane las elecciones; es una tarea de concertación nacional.
Rubros que se pagan en el sector público y en el sector privado.
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