Opinión: Un “Pacto por Costa Rica”

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

La visita del candidato a la presidencia Johnny Araya a tierras mexicanas, para reunirse con autoridades partidarias de aquella nación en aras de informarse sobre cómo fue fraguado y se ha venido llevando a cabo el “Pacto por México”, no debería ser una noticia que pase desapercibido en nuestro país.

Lamentablemente los enfoques de algunos medios de comunicación y líderes de oposición, se han inclinado por satanizar ad portas su reunión con autoridades del PRI, realizando comparaciones absurdas entre los posibles 12 años que alcanzaría el PLN en el poder y los 71 años que estuvo el PRI, todo esto producto de un adelantado derrotismo, en el que desde ya vislumbran con pesar un tercer gobierno liberacionista consecutivo, algo que hasta la fecha ningún partido ha logrado en nuestra historia reciente.

Mientras otros, quizás un poco más entusiastas, hemos visto como algo esperanzador al menos el intento por replicar esta iniciativa independientemente de quien la auspicie. Si queremos que esta iniciativa avance, se requerirá el compromiso de la mayoría de fuerzas políticas y ciudadanía.

Costa Rica necesita superar el coyunturalismo y pensar en las grandes reformas estructurales a largo plazo que nos convienen como nación, estableciendo una agenda en común de la mayoría de las fuerzas partidarias, bajo el compromiso que estas serán impulsadas por ellas en la arena legislativa, sin importar la fuerza política que nos gobierne en los próximos años.

No más inmovilismo

La ciudadanía debe presionar a todos los partidos políticos para que lo anterior sea posible, rechazando el inmovilismo y promoviendo la discusión seria de los asuntos, en procura de construir alternativas que integren la diversidad de pensamientos, que puedan satisfacer al mayor número.

En caso de que un consenso no fuera posible en un plazo corto, debemos exigir que por lo menos se deje decidir a la mayoría sobre los cambios requeridos, sin recurrir a tácticas obstruccionistas, tal como dice el adagio; no podemos permitir que se siga “pateando la bola hacia adelante”.

Diagnósticos, informes y propuestas sobre los principales temas que debemos atender, afortunadamente, abundan, en alguna medida, producto de la inventiva y capacidad de cientos de costarricenses comprometidos con intervenir en el rumbo del país, pero también fruto de la vanidad y mezquindad para respaldar iniciativas de otros, actitud que debemos dejar de lado.

En México lo lograron, en nuestro país ha llegado el momento de impulsar las reformas que tanto necesitamos, es momento de soñar con un “Pacto por Costa Rica”. ¡Hagamos presión!