Oro negro, hoyo negro

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El precio del barril de crudo West Texas Intermediate (WTI) ha caído hasta un 55% desde su punto máximo en el último año, registrando durante los últimos días valores alrededor de los $45-50 por barril. Esto es el punto más bajo en los últimos cinco años, comparable también con los niveles de la crisis en 2009, a la vez que Estados Unidos registra el nivel de inventarios de crudo más alto en los últimos 80 años.

Esta baja es producto de una sobresaturación de oferta de crudo a nivel mundial que desencadenó una guerra de precios. La coyuntura actual nos muestra por un lado que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP, liderado por Arabia Saudita), decidió a finales del año pasado no recortar los niveles de producción.

Paralelamente, el fenómeno del petróleo de esquisto en los Estados Unidos (EE. UU.) sigue cobrando fuerza y abarrota los inventarios (el petróleo de esquisto es una forma alternativa del petróleo convencional, que es extraído de rocas sedimentarias mediante el proceso de fractura de formaciones rocosas).

La OPEP produce alrededor del 42% de los barriles de crudo del mundo mientras que Estados Unidos cuenta con el 17% de las reservas globales de esquisto y es el tercer productor de crudo. Según la Agencia Internacional de Energía, desde 2010 a 2014 la producción de la OPEP registró un crecimiento de un 1% mientras que los EE.UU. alcanzaron un 55%. Este crecimiento notorio de Estados Unidos hace que la participación en el mercado de los países de la OPEP, así como sus ganancias, se vean amenazadas. Las condiciones desatan entonces una guerra de precios que da inicio con la decisión de la OPEP de no recortar la producción.

Además de una saturación de la oferta, el lado de la demanda no logra absorber la gran cantidad de petróleo producido. Los riesgos deflacionarios de Europa, la desaceleración de China y el bajo nivel de crecimiento de las economías emergentes no tienen las condiciones para recibir el exceso de petróleo en el mundo. Esto ha hecho que el precio del petróleo haya entrado en caída libre, aumente la especulación y no se vea aún un piso para el precio del barril. Las estimaciones al respecto han sido rebajadas varias veces apuntando ahora hacia los $40 por barril.

Reacción en cadena

La economía mundial es sin duda sensible a estas condiciones. La permanencia de los bajos precios del crudo traería como consecuencia que las compañías de petróleo de esquisto en Estados Unidos salgan de operación. Su punto de equilibrio se encuentra en un nivel de $60-80 por barril y tienen niveles de deuda muy altos por ser compañías de uso intensivo de capital. Esta situación se vuelve más preocupante al saber que el 15%-20% del mercado de bonos de alto riesgo ( junk bonds ) en EE. UU. proviene de emisiones de compañías relacionadas con la explotación de esquisto. Una eventual cadena de insolvencia producida por bajos precios traería consecuencias como volatilidad en los mercados financieros, y un posible contagio financiero.

A nivel internacional, se acentuarían problemas sociales en países con alta dependencia de las exportaciones de petróleo como Venezuela, Irán y Rusia porque contarían con menos recursos para atender a su población.

En el lado monetario, un crudo más barato presiona la tendencia desinflacionaria en Europa y el estancamiento inflacionario en EE. UU.

Y finalmente, un crudo muy barato hace que tecnologías alternativas de energía amigables con el ambiente pierdan gradualmente atractivo.

No obstante, la baja en precios sería amigable con el bolsillo del consumidor, el consumo discrecional podría aumentar así como la capacidad de ahorro. En el lado corporativo habría una mejora en los márgenes de ganancias de empresas manufactureras cuya materia prima esté ligada al crudo, así como empresas de transporte por tener combustibles más baratos.

Aún el mercado no percibe un piso para el precio del crudo, se especula que el momento en que acabe será en la segunda mitad del año, pero es solo eso: especulación. La OPEP tiene la voluntad de no recortar los niveles de producción de crudo y confía en que el mercado por sí solo encontrará un equilibrio.

Las compañías de petróleo de esquisto en Estados Unidos tienen la necesidad de seguir operando con tal de honrar su deuda y mantenerse funcionando. En los últimos días empresas como Royal Dutch Shell Plc anunció la cancelación de proyectos de hasta$6.500 millones y Schlumberger (empresa de servicios a petroleras) comunicó el despido de 9.000 empleados.

En las próximas semanas se espera que todo este ambiente incierto se continúe reflejando con volatilidad en los mercados financieros. Habrá que estar muy atentos al desenvolvimiento de los eventos. Los beneficios o perjuicios de esta situación se consolidarán conforme se extienda esta situación.