Poesía política

Nuestra palabra nace muerta si no conoce la verdad, que la virtud se cultiva, no se alquila

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Superada (solo temporalmente) la contienda electoral, debiéramos someter nuestras almas a una terapia de limpieza intensa, extrema y purificadora.

Tantas mentiras, exageraciones, disimulos y disculpas extemporáneas, es inevitable que hayamos, con suma facilidad, perdido una buena parte de nuestra bondad, de nuestra cortesía, de nuestro respeto por los demás.

Ante esa inconfesable realidad, nada mejor que la poesía, género que siempre he visto con cierta reverencia, que además percibo como muy venido a menos en los programas educativos.

Benedetti, De Bravo y Machado tal vez sean apellidos que nos digan algo. Lorca y Darío alguna vez los habremos escuchado mencionar. Pero quizás Whitman, Plath o Gautier Benítez no suenen a nada en nuestros oídos.

Y es que, entre pasados sospechosos y futuros impensables de campaña, corre una gota de escalofrío por una historia patria olvidada, que habrá de convertirse en ese viaje inefable de cuatro años que, con frecuencia, quisiéramos a veces que solo unas horas fuera.

La poesía, entendida como actividad creativa desde Platón, nos recordará que poco somos si sólo hablamos, que poco se nos puede creer si nuestro pasado no nos defiende, que nuestra palabra nace muerta si no conoce la verdad, que la virtud se cultiva, no se alquila.

Porque a esta tierra algunos la quieren domeñar, pero sin juicio, la desean convertir en señora de sus pasiones, o simplemente hombres necios que acosáis a la mujer…, con un verbo que solo refleja vaguedad y simpleza.

Así como las matemáticas debieran superar en las escuelas la categoría de martirio, la poesía debiera pasar al rango de probable salvavidas: de almas, de espíritus y de ciudadanos. Porque en su esencia hay la semilla del hacer, del crear, del respetar… y del vivir.

No ocupamos escribir veinte poemas de amor, y mucho menos una canción desesperada, para sospechar que nuestra Patria anda equivocada. Y hasta a alguno de los candidatos nos gustaría decirle que nos gusta cuando calla, porque en realidad desearíamos que estuviera ausente…