Política cambiaria y grupos de presión

El resultado de todos estos efectos es que la política monetaria y cambiaria no ha sido neutral: ha favorecido a los deudores en dólares, siendo el gobierno el deudor más grande del país.

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El mercado cambiario costarricense se caracteriza por una serie de imperfecciones que tiene efectos importantes sobre las actividades productivas, el crecimiento económico y la redistribución de riqueza. En primer lugar, el participante más grande es por lejos el administrador del mercado, o sea el propio Banco Central de Costa Rica, el cual tiene una clara influencia en la definición del tipo de cambio, pues las transacciones que realiza para comprar las divisas que requieren las instituciones del sector público constituyen en la mayor porción de las operaciones en el mercado mayorista (Monex). Por su parte, los bancos comerciales que acuden al Monex generalmente tienen posiciones superavitarias, lo cual no es una guía útil para determinar la dirección del valor del dólar.

En segundo lugar, el mercado es muy poco profundo y a pesar de que las transacciones se realizan solo durante una hora al día, en los primeros minutos de esa hora el tipo de cambio es sujeto de manipulación con montos transados muy insignificantes. Esas transacciones fijan precio que luego es utilizado por los participantes (principalmente el Banco Central) para transar mayores cantidades de dinero.

En tercer lugar, la participación del Banco Central para estabilizar el tipo de cambio no es simétrica. En el último año, ha existido un mayor ímpetu por parte del ente emisor para frenar los movimientos bruscos al alza. Sin embargo, cuando el tipo de cambio está a la baja y los cambios intradía son más violentos, no se ha observado al Banco Central comportarse de la misma manera. Esto sugiere que debe existir una mayor transparencia en las reglas de intervención.

Por último, la dirección del tipo de cambio está afectada por la misma política monetaria del Banco Central. El muy fuerte incremento en la tasa de política de monetaria del 0.75% al 9.0% en cuestión de meses hizo que se revertiera el premio a favor de la inversión en colones. Ello promovió el ingreso de capitales especulativos lo cual exacerbó los desequilibrios en el mercado cambiario y provocó un círculo vicioso en donde una mayor apreciación del colón condujo a la atracción de mayores capitales especulativos, pues la rentabilidad de las inversiones en colones, representadas en dólares, ha superado el 30% en el último año.

El resultado de todos estos efectos es que la política monetaria y cambiaria no ha sido neutral: ha favorecido a los deudores en dólares, siendo el gobierno el deudor más grande del país, ha perjudicado a los ahorrantes en dólares, ha favorecido a los importadores y ha perjudicado a los exportadores y prestadores de servicios a extranjeros como es el caso del turismo.

No deberían existir dudas sobre la dirección de la política monetaria para el control de la inflación, o sea, el ajuste en las tasas de interés, pues los esfuerzos para controlar la inflación son importantes. No obstante, si hay dudas sobre la magnitud del ajuste que se hizo en la tasa de política monetaria, pues este tipo de desequilibrios en periodos tan cortos están teniendo un efecto nocivo sobre la producción y la generación de empleo. De hecho, las mismas reglas seguidas en el pasado por el Banco Central y expresadas por el ahora presidente ejecutivo de la institución indican que la tasa de política monetaria está desfasada en relación con la inflación esperada.

A pesar de lo expresado y pese a que es entendible la preocupación de una parte del sector productivo relacionada con la fuerte apreciación del colón y la pérdida de competitividad que ello está teniendo sobre la producción costarricense, también parece inconveniente considerar cambios legales que constituyan una camisa de fuerza para el accionar del Banco Central en el futuro. Bajo muy pocos escenarios es conveniente tratar de modificar por medio de leyes, problemas puntuales que pueden llegar a desaparecer o revertirse en el tiempo.

Por ejemplo, en un futuro los deudores en dólares también podrían presionar para que el Banco Central intervenga para evitar una depreciación de la moneda y sería igualmente inconveniente aprobar una ley para evitar que ello ocurra. Tal parece que la medida más adecuada es salvaguardar la independencia del Banco Central y persuadir para que los desequilibrios que se detecten como resultados de la política monetaria sean atendidos de una forma más expedita.