Política públicas para diversificar la matriz energética

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Ante los nuevos tiempos, diversificar la matriz energética en Costa Rica, a través de la incorporación de energías renovables no convencionales, se vuelve una ventaja competitiva para las empresas y para la imagen internacional.

El abastecimiento seguro de la demanda energética en el futuro cercano será necesario debido al perfil del modelo de desarrollo económico, seguido durante los últimos años, de atracción de inversión extranjera directa.

Para garantizar la generación de empleo basado en conocimiento a partir de un desarrollo empresarial especializado en ciencia y tecnología, altamente demandante de encadenamientos y alianzas estratégicas entre empresas pequeñas, medianas y grandes, es necesario crear una base de competitividad sistémica que podría estar sustentada en una matriz energética con menor impacto al ambiente y con un costo más bajo.

Teniendo en cuenta que las tecnologías renovables son aún hoy más caras que las convencionales y que sufren barreras de todo tipo a su desarrollo y difusión, las políticas públicas son cruciales para facilitar el proceso de innovación en esas tecnologías.

Además en términos privados, el retorno de las inversiones en calderas de biomasa es visible en poco tiempo (3-5 años) y permiten ahorros significativos que pueden ser asignados a otros usos más rentables.

El uso de la biomasa

Las calderas de biomasa podrían atender la necesidad de una fuente de energía térmica de bajo costo para el industrial de fuentes convencionales (combustibles fósiles y electricidad), aprovechando un recurso ocioso como la biomasa.

Las características geográficas y climáticas de Costa Rica muestran que en todo el país existe disponibilidad de algún tipo de energía renovable (biomasa) susceptible de ser usada para generación eléctrica o calórica.

El uso de las calderas de biomasa de manera más generalizado permitiría asegurar la disponibilidad energética para cubrir los requerimientos de crecimiento económico del país, aumentar la eficiencia del uso energético, diversificar la matriz energética para aumentar la confiabilidad del sistema, garantizar la equidad en el acceso de los sectores menos dinámicos que se ven afectados por los altos costos de la energía eléctrica.

La posibilidad de alcanzar niveles cada vez mayores de competitividad y de mantenerlos en el largo plazo no puede circunscribirse a la acción de la empresa individual.

La experiencia internacional muestra que los casos exitosos se deben a la colaboración y coordinación de un conjunto de instituciones del Estado y el sector privado que conduzca a la mejora en la productividad empresarial lo que ha permitido alcanzar niveles de desarrollo mayores basados en políticas públicas efectivas.