¿Prolongará el COVID-19 la vida del índice Libor?

La pandemia aún no constituye un riesgo que justifique una modificación a la fecha de cesación de esa tasa de referencia

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Desde el anuncio oficial dado por la Financial Conduct Authority de Inglaterra en mayo del 2017, respecto al riesgo de que la tasa de interés de referencia Libor (“London Interbank Offered Rate”) dejaría de existir a finales del 2021, inició un proceso mundial de preparación para el cambio, el cual se ha mantenido constante hasta el día de hoy.

La noticia del riesgo de la desaparición del Libor fue inicialmente tomada con cautela y con un poco de escepticismo respecto a si eso realmente podría llegar a ocurrir, debido a las implicaciones que ello significaba en todo el mundo y en virtud de la gran cantidad de operaciones financieras ligadas a ese índice. En todo caso, se especulaba que, si llegaba a ocurrir, aparecería una nueva tasa de interés que la sustituiría, con lo cual a las operaciones financieras le seguirían aplicándosele el nuevo índice que lo sustituyera. El futuro sería más complicado que eso.

En varias intervenciones oficiales, el director de la Financial Conduct Authority confirmó a los mercados financieros, en forma reiterada y coincidente, la urgencia e importancia de descontinuar el uso del Libor y sustituirlo por otros índices libres de riesgo o casi libres de riesgo -bancario- (risk free reference interest rates).

Dicho mensaje ha sido claro y directo, e inclusive han manifestado que no se debe guardarse esperanza por una solución “mágica” consensuada o un nuevo índice operando plenamente ya que las nuevas tasas que han estado en proceso de discusión, elaboración y ejecución puede que no estén listas para la fecha límite. En ese sentido, ante la posibilidad de experimentar de forma inminente un riesgo sistémico derivado de la desaparición del Libor, los mercados liderados por el sector privado, han impulsado aquellos cambios que son necesarios para desvincularse del Libor y adaptar los productos, regulaciones y procesos internos a las nuevas tasas de interés alternativas seleccionadas como posibles sustitutas.

El principal problema derivado de los nuevos índices es que, para evitar los problemas que llevaron a que el Libor fuera seriamente cuestionado, las fórmulas de cálculo han sido estructuradas como tasas “retrospectivas” (sea como un promedio de las tasas diarias ofrecidas en el mercado, durante un periodo determinado ya transcurrido), que solamente se conoce al final de dicho periodo, en contraposición a las tasas “prospectivas” (sea como una proyección o pronóstico futuro de las tasas para un periodo determinado) a las que hemos estado acostumbrados durante muchos años con la tasa Libor.

Lo anterior ha hecho que aún no se cuenten con fórmulas lo suficientemente probadas en un mercado financiero profundo y desarrollado para asegurar que constituyen una medida objetiva del valor del dinero.

Líderes del éxodo

Hay un grupo de países, en el panorama mundial, que han liderado este proceso de “éxodo” y que han aceptado la decisión de abandonar el Libor y han establecido un plan de trabajo con metas y objetivos de corto y mediano plazo. En los mercados existen agentes que han asumido con seriedad el tema, han evaluado los riesgos y están realizando los ajustes necesarios para minimizar los efectos negativos del impacto de una cesación y hasta una posible pre-cesación por falta de representatividad del Libor, antes de la fecha focal o límite del 31 de diciembre del 2021. La realidad latinoamericana podría ser que avance muy lentamente con respecto a sus pares en mercados más desarrollados, lo que generaría un mayor impacto negativo en la región.

El impase general que ha generado la aparición del Covid-19, en los negocios y operaciones de los mercados globales, es un imponderable que ha afectado la ejecución continua de los planes anuales de los comités de trabajo y los participantes de los mercados, que se habían diseñado para el “éxodo”, durante los meses por venir. Por ello han surgido rumores respecto a la posible extensión de aquella fecha focal fijada inicialmente para la cesación del Libor.

Tanto la Financial Conduct Authority como la Financial Stability Board (que reúne al G-20 con sus Ministerios de Finanzas y Bancos Centrales como miembros principales) emitieron en el mes de marzo y abril, comunicados oficiales coincidentes donde advierten a los mercados que si bien el Covid-19 podría estar impactando la ejecución de los planes de trabajo, y algunas fechas se han tenido que ajustar en los calendarios, los planes se pueden ir ejecutando y no existe una evidencia objetiva suficiente para concluir que se ha producido una paralización total que amerite un cambio de la fecha focal.

Por otro lado, antes del Covid-19, la Financial Conduct Authority ya había descartado la insinuación de un posible cambio de fechas para no beneficiar en forma indirecta a los agentes que en forma negligente no habían comenzado un plan de contingencia frente a los riesgos de cesación del Libor.

Si bien es cierto, aún existen aspectos que están pendientes de definición y ajuste, para hacer una transición total libre de riesgo, lo cierto es que, la particularidad de este evento no permite concluir cuándo el mundo estará completamente listo para el cambio, ya que siempre habrán agentes que estarán listos y otros que estarán rezagados, y para crear el ambiente adecuado bajo el nuevo paradigma de tasas de interés es necesario crear y profundizar los mercados que se pretenden medir, ajustar productos, contratos, metodologías, etc., y para lograrlo tal y como ha ocurrido hasta la fecha, y para garantizar que los cambios seguirán ocurriendo, se debe mantener la fecha focal del 31 de diciembre del 2021.

En conclusión, oficialmente, el Covid-19 aún no constituye un riesgo que justifique una modificación a la fecha de cesación del Libor y deben reforzarse todos los esfuerzos para evaluar el riesgo y minimizar los efectos de un posible riesgo sistémico por ese evento, para lograr una transición exitosa hacia el nuevo paradigma.