Recordatorio de una deuda social

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Todos los años, desde 2008, se conmemora el Día Nacional de las Personas con Discapacidad cada 29 de mayo. Sin embargo, esta fecha frecuentemente no es más que un recordatorio de la gran deuda que tenemos con esta población. Muestra de ello es que, a pesar de que existen leyes como la 7600 y la 8661 –mediante la cual se ratifica la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas– las pocas estadísticas que hay para esta población, nos arrojan datos alarmantes.

Al menos el 10% de quienes viven en Costa Rica tiene alguna condición de discapacidad. El 75% de esta población, en edad laboral, se encuentra desempleada y el 25% restante está alejado –en la mayor parte de los casos– del respeto a sus derechos laborales.

Una realidad similar es vivida por las personas menores de edad con discapacidad. Según datos del X Censo Nacional de 2011, las personas menores de 18 años representan el 30,4% de la población, y de ellas, 47.358 personas, es decir, el 3,6% presenta alguna discapacidad, porcentaje que no siempre cuenta con las adecuaciones y ajustes necesarios para desarrollarse de forma inclusiva en los centros educativos.

Otro elemento que salta a la vista de todos, es la carencia de infraestructura para que este grupo de la población pueda movilizarse de forma autónoma, al margen de su condición. Según el modelo social en el ámbito de la discapacidad, con el cual trabajamos en Fundameco, las barreras físicas y de convivencia, impuestas por la sociedad, son los factores últimos que definen quién tiene una discapacidad y quién no. No es lo mismo ser usuario de silla de ruedas en países como Inglaterra o Francia, los cuales tienen más años de trabajar para que su infraestructura sea más accesible, que tener que movilizarse con un dispositivo de este tipo en países como el nuestro.

Dentro del modelo social reconocemos que, mientras algunas personas tienen variaciones físicas, sensoriales, intelectuales o sicológicas que pueden causar limitaciones funcionales, estas no deben llevar a la discapacidad, a menos que la sociedad no tenga en cuenta las diferencias individuales.

Aunque somos conscientes de los esfuerzos hechos como sociedad –desde el ámbito gubernamental, empresarial y civil– con el objetivo de brindar soportes necesarios para que las personas con discapacidad desarrollen su pleno potencial; también somos conscientes de que nos falta mucho por hacer.

Ante esta realidad, hacemos un fuerte llamado a la acción desde Fundameco –la cual es una organización sin fines de lucro creada con el objetivo de fomentar la inclusión social integral de las personas con discapacidad–.

Debemos unirnos como sociedad, el sector privado y el Gobierno y la sociedad civil, para trabajar de forma en pro del cumplimiento de los derechos de las personas con discapacidad que viven en Costa Rica y en el mundo.

La autora es directora ejecutiva de Fundameco.