¿Renovable o sostenible?

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Energía sostenible es la que es capaz de satisfacer las necesidades presentes sin comprometer los recursos ni las capacidades de las futuras generaciones.

Como es sabido, esto se logra con el uso de fuentes renovables, como las ya conocidas eólica, geotérmica, hidroeléctrica, solar, biomasa y biocombustibles, que convierten la energía térmica o mecánica en electricidad.

Sin embargo, también debe ser considerada energía sostenible la que se obtiene de fuentes alternativas de energía de bajo impacto ambiental, como el hidrógeno, el nitrógeno y el gas metano o natural, además de la energía de fusión, las cuales transforman la energía química o térmica en electricidad.

En un congreso reciente sobre gas natural organizado por la Zona Económica Especial, sorprendió escuchar, por parte del más alto nivel del ICE, que nuestro país ha escogido el uso de la energía renovable, exclusivamente hidráulica y geotérmica, para satisfacer la demanda de base, dejando otras opciones sostenibles, como el gas natural, en el mismo patrón de uso de la energía producida con derivados de petróleo, como el búnker, el diesel y el carbón.

La decisión del ICE de tratar el gas natural como una simple opción de reconversión de las plantas de búnker es a todas luces una equivocación que elimina toda posibilidad de consideración de esta fuente de energía a contrapelo de la tendencia mundial.

Esta limitación conceptual merece una reconsideración por parte de los jerarcas del Ministerio de Ambiente y Energía y del mismo Presidente, quienes han indicado la necesidad de buscar opciones sostenibles que abaraten el costo de la energía.

Muchas ventajas

El gas natural es el combustible con menor impacto medioambiental de todos los utilizados, tanto en la etapa de extracción, elaboración y transporte, como en la fase de utilización.

Por otro lado, la transformación del gas natural es mínima. Esta se limita a una fase de compresión en la fuente y de regasificación, en el destino, en caso de que sea importado, o a una fase de purificación y eliminación de componentes pesados, sin emisión de efluentes ni producción de escorias, en caso de que sea extraído de las fuentes nacionales que se han comprobado.

Otra de las ventajas del gas natural es que, al utilizarlo como fuente de energía, las emisiones atmosféricas producidas son muy inferiores a las que ocurren al usar hidrocarburos. Esto se debe a que, en la combustión, se produce una menor cantidad de residuos, contrario a lo que ocurre en los procesos de transformación, como los que tienen lugar en las refinerías.

Si bien desde el punto de vista de emisiones, los proyectos hidroeléctricos son de los más limpios, no son inocuos para el medio ambiente pues construirlos supone impactos ambientales enormes.

Teniendo en consideración las posibilidades que se abren en el mercado internacional con el gas natural, Costa Rica no puede darse el lujo de considerar esta fuente de energía como un simple sustituto de la termoelectricidad producida con hidrocarburos.

Más bien, debe considerar al gas natural como una opción viable y sostenible que compita con los más grandes proyectos hidroeléctricos que se planean y que, como en el caso de Diquís, suponen una enorme afectación al entorno humano y al medio ambiente en la zona sur del país.

Esta comparativa debe ser completa y transparente, analizar todos los aspectos de cada opción, pretender la sostenibilidad y tener el objetivo claro de lograr una reducción en los precios de la energía para el bien social y para la competitividad del país.