El último editorial de EF se refirió a la relación entre el accionar del Gobierno y el sector empresarial tanto en cuanto a la coyuntura económica como a competitividad.
En relación con lo primero, se señala que aunque la confianza de los empresarios en el Gobierno ha descendido, casi 2/3 de los entrevistados indican que sus empresas avanzarán positivamente en los próximos 12 meses.
Debo subrayar, para empezar, que el objetivo de la política económica ha sido crear un ambiente de estabilidad ante una economía internacional convulsa para que los empresarios puedan llevar a cabo sus negocios e inversiones. Por eso, lo que se ve como negativo, deber verse, más bien, como lo que debe hacerse para que la economía siga avanzando tan bien como hasta ahora. El PIB crece, la inflación se redujo sustancialmente y el déficit fiscal se mantiene dentro de límites manejables aún ante la ausencia de nuevos ingresos. Adicionalmente, de acuerdo con el INEC, en el último año el país creó 190.000 empleos.
En cuanto a competitividad, ahora el sector privado participa en el Consejo de Competitividad e Innovación, que preside la Presidenta, para que sean actores principales en los avances en este campo. Se han logrado avances significativos en reducción y racionalización de trámites que ya han sido reconocidos por el Banco Mundial. Obviamente, los resultados de estas políticas se verán a mediano plazo pero la ruta es la correcta.
Además, los esfuerzos hechos en inversión para infraestructura que mejore la competitividad empiezan a reflejarse en licitaciones y adjudicaciones y en asociaciones público-privadas que impactarán los índices económicos y crearán más fuentes de empleo.