Un insulto a la producción

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Para producir alimentos de consumo nacional y para exportación, necesitamos contar con tecnologías avanzadas. Quienes afirmen lo contrario, no solo demostrarían un inmenso desconocimiento, sino también un alto grado de irresponsabilidad con el bienestar nacional. Nuestra capacidad de competir está íntimamente ligada a la posibilidad de aplicar tecnologías desarrolladas localmente e importadas.

Para competir, es fundamental un adecuado y eficaz uso del suelo agrícola, establecer sistemas de riego y drenaje, nivelación y empleo de maquinaria, el desarrollo y utilización de materiales genéticos avanzados, aplicación de fertilizantes o alimentos de plantas, etc.

La diferencia entre el costo de todas estas inversiones e insumos agrícolas y el precio del producto final se denomina valor agregado, y en el sector agropecuario, este es muy alto.

Sin estos insumos tecnológicos, todos ellos custodiados por miles de agroempresarios e ingenieros agrónomos, la producción no solo sería muy escasa, sino también sumamente costosa. Como sociedad, terminaríamos importando gran parte de nuestra comida.

Esto nos expone a intermediarios, quienes aprovechando precios de frontera, compran productos agrícolas de oportunidad y destrozan nuestra capacidad productiva, que tanto tiempo, trabajo y capital tomó construir. Esta capacidad productiva instalada es la base de nuestra identidad e historia, y la que nos permite con orgullo, gozar de altos índices de salud apoyados en una producción de alimentos nutritiva, abundante, libre de enfermedades, residuos y, por tanto, segura.

Podemos afirmar que la mejor manera de proteger al consumidor nacional de la especulación en los precios de los alimentos es mediante la producción nacional, aunque esta sea por una parte de nuestro consumo.

Necesaria actualización

Los decretos sobre agroquímicos y fertilizantes publicados recientemente para terminar con la parálisis de más de una década en cuanto a registro de productos, permitirán finalmente a los productores contar con este tipo de herramientas y tecnologías de última generación, que nos devuelvan la esperanza para invertir, producir y generar trabajo.

Estos registros para agroquímicos cuentan con la supervisión del Ministerio de Agricultura, y con la revisión de los ministerios del Ambiente y Salud, de modo que, como sociedad, nos aseguremos el balance esencial que debe existir entre producción, ambiente y salud, y de esta manera aprovechemos los cinco pilares de la agricultura y la ganadería: el desarrollo rural, ambiental, laboral, económico y social.

Hace muchos años se debió actualizar este marco regulatorio, igual que en su momento se actualizaron los procedimientos para registros de medicinas y vacunas para uso humano.

Así como el sector agrícola demanda por infraestructura de riego, por censos en línea y por sistemas de información oportuna que permita una administración efectiva de los tratados de libre comercio, enfrentar la agricultura a un mundo globalizado sin las herramientas tecnológicas y conocimiento profesional arriba descrito, es casi un suicidio económico, culpándola luego de ser poco competitiva y clamando por desarmar las protecciones arancelarias.

Esto no solamente es irracional, sino altamente inmoral.