Un nuevo pacto verde

El eventual hundimiento de toda una nación como resultado del incremento del nivel del agua no debe ser una noticia efímera

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La República de Kiribati se está hundiendo. Los más de 100 000 habitantes de este pequeñísimo país insular que forma parte de Oceanía han visto cómo sus costas son engullidas sin tregua por el Océano Pacífico y cómo cada noche se acercan más al fatídico día en el que deban huir.

Se estima que, de mantenerse la tendencia en el aumento del nivel del mar, en el corto plazo Kiribati estaría casi totalmente bajo el agua. Como última opción, el Gobierno de este país planea una mudanza total de todos sus habitantes a terrenos adquiridos en otra nación cercana (Fiyi).

Si aceptamos la posición de la grandísima mayoría de la comunidad científica, los seres humanos estamos contribuyendo al cambio climático, el cual, a su vez, genera un aumento precipitado en las temperaturas globales y una subida en el nivel del mar.

Dicho de otra forma, los seres humanos, como colectividad, somos responsables del hundimiento de Kiribati en las próximas décadas.

Entonces, ¿qué hacer frente a semejante problema? Para la representante estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez y el senador Ed Markey (ambos demócratas), la respuesta está en el Green New Deal (GND).

Su nombre hace una obvia referencia al New Deal del presidente Franklin D. Roosevelt, que, en su momento, implicó una fuerte política intervencionista del Gobierno norteamericano para así contrarrestar los efectos negativos de la Gran Depresión en los años 30.

Sin embargo, más que una solución definitiva, el GND de Ocasio-Cortez y Markey se limita a plantear un horizonte y deja el cómo abierto a discusión. Eso sí, el papel de un gobierno proactivo que lidere esta “revolución verde” es una piedra angular de la propuesta (y ahí la referencia a la política de Roosevelt).

Trabajos ambientales

Según los proponentes del GND, el Gobierno estadounidense tendría que invertir millones y millones de dólares en la generación de puestos de trabajo en industrias ambientalmente amigables. Es, en gran medida, un programa federal para la creación masiva de empleos con un enfoque ambiental.

Sin embargo, este tipo de iniciativas ocupan financiamiento, razón por la cual, cuando se dio el New Deal en la década de 1930, la tarifa de impuesto sobre la renta en los EE. UU. llegaba a un 75 %.

¿Cómo financiar el GND? Según Ocasio-Cortez, se debería considerar un impuesto que ronde el 60 %-70 % para los sectores con mayor capital de la economía norteamericana (actualmente la tarifa más alta para personas físicas es de un 37 %). De igual forma, propone un impuesto a la emisión de gases de efecto invernadero y que el mismo Gobierno participe activamente como socio en proyectos verdes.

Esta iniciativa ha sido abiertamente criticada por varios sectores del Partido Republicano, mayormente por lo que implicaría para la política fiscal estadounidense. Un impuesto tan alto, según ellos, desincentivaría la inversión y la generación de riquezas en los EE. UU.

Como se puede observar, es imposible hablar de un futuro verde sin antes tener claro el papel de los impuestos en estos esfuerzos.

El eventual hundimiento de toda una nación como resultado del incremento del nivel del agua no debe ser una noticia efímera. Todos, como parte tangible de la humanidad, deberíamos compartir una misma vergüenza colectiva ante los estragos que estamos plasmando en el medioambiente.

Si el Green New Deal y su política fiscal no son una solución definitiva, sí deberían ser parte de una de las conversaciones más serias y transigentes que, como especie, hemos tenido la obligación de mantener.