Una “cura” en las finanzas

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Muchos celebraron la reciente colocación por parte de nuestro gobierno de $1.000 millones en bonos en los mercados internacionales (eurobonos). El tiempo fue el adecuado ya que la coyuntura internacional permitió obtener un precio bajo para nuestra deuda.

Las excelentes condiciones en los mercados internacionales se las podemos agradecer al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, alguien que se ha distinguido en la imprenta (de papel moneda) tanto como lo hizo el creador de esta, Johannes Gutenberg en el siglo XV.

Bernanke ha basado su política monetaria en la reducción de tasas de manera indefinida, no conformándose con llevar las tasas reales al lado negativo sino también involucrándose en compras de activos financieros y modificando (de manera indefinida) el precio del riesgo. Gracias a esto es que nuestro país recibió ofertas 4,75 veces mayores al monto que subastó y pudo emitir al 4,25%, bastante modesto comparado con los 9,995%, 8,05% y 6,548% de las emisiones de 2000, 2003 y 2004, respectivamente.

Una mirada a la bola de cristal del inversionista nos deja entrever posibles caídas en el precio de los bonos cuando Bernanke ya no pueda seguir manteniendo las tasas en los actuales niveles bajos (sobre todo considerando que los precios de los bonos con cupones bajos son más sensibles a cambios en las tasas) y al anémico 4,25% por 10 años para quienes quieran esperar hasta su maduración.

Además, si analizamos algunos elementos fundamentales a la hora de invertir, vemos que, si bien es cierto, nuestra economía no es similar a Grecia ni Zimbabue, sí tendríamos amplia entrada en Europa.

Nuestro déficit del Gobierno Central relativo al PIB de más del 4% es similar al de Francia, España y Portugal. Nuestra deuda total relativa al PIB de cerca del 40% se parece a la España de 2006-08. Sin embargo, España paga casi 6% por sus bonos a 10 años, y es capaz de “controlar” el déficit de su gobierno muy a pesar de tener un 25% de desempleo, es decir, con menos personas pagando impuestos.

Hay algo mal

Algo estamos haciendo mal.

Tal vez estamos empleando muchas personas en el sector público y así bajamos el desempleo a expensas del déficit del Gobierno. Pero, al igual que las familias o los individuos, el dinero tiene que salir de algún lugar y hasta hace poco la solución era el endeudamiento interno. Algunos argumentan que era la única opción si no era posible subir los impuestos, olvidando selectivamente que el gasto también se puede reducir si los ingresos no alcanzan. Dicho endeudamiento llegó a presionar las tasas de referencia, lo que amenazó con ahogar al más honorable de los deudores.

En este sentido, los eurobonos son una idea “brillante” porque le brindan al Estado una nueva fuente de fondos. Desafortunadamente, la economía no carece de un sentido “newtoniano” en donde cada acción genera una reacción. Los dólares entrando en nuestra economía se tendrán que transformar en colones, presionando el tipo de cambio a la baja, potencialmente ahogando a los exportadores. Una nueva acción, necesaria para detener esto, llevaría al Banco Central a defender del piso de la banda, generando inflación.

La procrastinación (o posposición) es el hábito de postergar actividades importantes que es menester atender, principalmente por la incomodidad o el dolor asociados. Esto es exactamente lo que la antiguamente Suiza y ahora España centroamericana hizo con los eurobonos, poner una “curita” en la no tan pequeña herida de las finanzas públicas para evitar el dolor y la incomodidad de reducir el gasto corriente. Esperemos más de lo mismo porque al Gobierno todavía le quedan $3.000 millones por emitir en los próximos tres años.