Tenemos dos candidatos a la Presidencia de la República que son jóvenes y de “partidos no tradicionales”.
La experiencia me dice deben ser más flexibles en sus posiciones que candidatos de partidos ya cargados con grandes compromisos políticos y estructuras que les demandarían respetarlos.
Tenemos tres fracciones grandes de “partidos tradicionales” en oposición que deben reconstruir su imagen con los electores; quienes les han dicho con claridad que los perciben como “vieja política” y no los quieren gobernando hasta que demuestren que son capaces de adaptarse a un electorado que vota por hombres y mujeres, por principios y valores, por un mejor futuro; y no por banderas o lo que en el pasado hayan contribuido.
Plantear soluciones
A la gran mayoría de los electores ya no los representa la dicotomía Figueres Ferrer-Calderón Guardia, así como el neocalderonismo, neofiguerismo y arismo.
En las siguientes semanas espero ver cómo estos dos jóvenes candidatos se adaptan a la realidad del país, tanto a la fiscal y económica como a la social, productiva, ambiental y tecnológica, en todas su dimensiones.
Espero verlos plantear soluciones que pasan por alianzas y pactos —palabras otrora prohibidas en nuestra política— para consolidar su mandato conjunto, hoy representativo de apenas un 30% del padrón electoral.
Si ellos lo deciden, con la osadía de su juventud, su capacidad natural, la voluntad de escuchar y la fuerza de sus valores, nuestro vaso se vería medio lleno…