Los escándalos recientes sin duda han minado la confianza del pueblo costarricense. Esa confianza que toma años construir y que es tan frágil, ha sufrido un golpe fulminante.
Ante estos acontecimientos, hay quienes afirman que es nefasto que esto esté pasando pues anhelamos ser un país exento de corrupción. Por otra parte, hay muchas que como yo, pensamos que si bien es terrible tener “cochinilla en el jardín patio”, el primer paso para erradicarla, es conocer dónde está. El hecho de que se ventilen estos actos significa que todavía hay gente honrada, dispuesta a desenmascarar y perseguir a los corruptos y que tenemos la institucionalidad para defender el país.
Yo personalmente prefiero vivir en un lugar en donde aún se cuenta con funcionarios y ciudadanos honestos y valientes; que vivir en el engaño de países en los que “parece que no hay corrupción” pero en realidad lo que sucede es que la cosa está tan maleada, que ya no existen personas dispuestas a luchar, ni la institucionalidad para aplicar una justicia firme, aleccionadora, pronta y cumplida.
La ética es la piedra angular de nuestra patria y debemos defenderla a toda costa. Flaco favor haríamos al país en minimizar lo que ha sucedido. Claramente en Costa Rica nos está atacando la “cochinilla” desde hace ya muchos años. Como en un jardín, hay que sacarla a la luz, fumigarla y podar todas las ramas dañadas. También hay que trabajar incansablemente para reforzar los valores de integridad y respeto, que son parte de nuestra esencia como ticos.
Como bien dice nuestro himno nacional “… Cuando alguno pretenda tu gloria manchar verás a tu pueblo valiente y viril”. Aplaudamos a esos ticos valientes que están actuando y reconozcamos que estamos dando el primer paso para erradicar el problema.