Agrónomo levantó empresa desde cero y ahora exportará frutas a Francia, Holanda y Japón

La empresa procesa frutas y vegetales, los cuales son vendidos a supermercados, cadenas de comida rápida y ahora llegarán al mercado europeo, asiático y estadounidense.

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Es el año 2005 y el ingeniero agrónomo Rodrigo Rivera Bianchini llega a una fábrica ubicada en Barrio Cuba, San José, que está en condiciones bastante desfavorables: un sitio en abandono, con colores “espantosos”, que para él parecía un “tugurio”, sin mantenimiento.

Pero la ‘fea’ estructura y las malas condiciones no iban a ser ningún impedimento para traer a tierra el sueño que él venía construyendo en su mente desde hace 20 años atrás: tener su propia empresa procesadora de vegetales y frutas.

Además, no podía dejar pasar la oportunidad de trabajar para la empresa Gerber, que en ese momento no contaba con suficiente piña para realizar los colados de bebé de esa fruta.

Representantes de la compañía le habían solicitado a un contacto suyo (una piñera que luego se retiró del proyecto) y a él abastecerlos con la piña procesada que requerían para efectuar sus productos.

Pero, trabajar para esta transnacional no sería algo sencillo: se requería contar con todo un sistema de gestión de calidad para cortar la piña y lavarla, y Rivera ni siquiera tenía una planta lo suficientemente aceptable.

No había otra salida: se puso sus jeans, sus tenis, una camiseta y empezó a pintar él mismo, pues no tenía los recursos para contratar a alguien que lo hiciera.

“La Gerber venía y decía: ‘es que esa pared no me gusta, ese color no me gusta y tal cosa no me gusta’… Esta planta era de colores rarísimos, espantosos, usted no se puede imaginar. Yo decía: ¿por dónde empiezo?”, recuerda hoy el gerente general de la empresa.

Poco a poco, tras seis meses de trabajo, las estructuras fueron ‘reformándose’ y las paredes pintadas de blanco, para que resaltara la suciedad y saber así qué estaba limpio y qué no, así como para mantener el sitio lo más aseado posible, lo que es importante para las empresas que trabajan con alimentos.

Así fue estableciéndose La Frescura del Molino.

Contratando y capacitando personal

Después de mucho trabajo, la empresa llegó a satisfacer los estándares de la Gerber.

Pusieron un rótulo para contratar empleados y la fila que se formó era larguísima, cual feria de trabajo actual.

Lo que ocupaban eran peladores de piña, pero como no existe una formación concreta en esa área, al menos en ese tiempo, ellos mismos tuvieron que ir capacitando a los empleados.

“Entrevistamos como a 400, 500 personas y no había ni una que supiera pelar piña. Aun así armamos un grupo de trabajo de 40 personas y el primer pedido eran 2.000 kilos de piña pelada”, cuenta Rivera.

Luego, Gerber les pidió procesar papaya, carambola, zanahoria y otros alimentos, con lo que desde sus inicios esta compañía se convierte en uno de sus clientes más importantes, que les generaba un ingreso anual de $1,5 millón, antes de que decidieran retirar su planta del país el año anterior.

Aunque esa fue una pérdida sensible, esta pyme sigue teniendo otros clientes fuertes.

Es la que se encarga de procesar la piña de la cajita feliz de McDonald’s, así como lechuga y cebolla para las hamburguesas. También le vende a Auto Mercado frutas y vegetales, así como a PriceSmart (brócoli, ensalada, batidos, verduras para olla de carne), a Spoon y a otras empresas del país.

Los productos que se procesan son: frutas como piña, mango, fresas, papaya, melón; vegetales como zanahoria, papa, cebolla, yuca, apio, brócoli, coliflor; ensaladas de lechuga, de repollo.

La empresa –que tiene actualmente 52 empleados y a la que se incorporarán 30 más- también ha incursionado en otra área un tanto diferente, que es la producción de tortillas, pupusas, chorreadas y tamal de elote congelados, los cuales se venden en Auto Mercado y se está negociando con Walmart para comercializar estos productos allí.

Amor, literalmente, por los vegetales

Rivera habla de los vegetales como si fueran personas. Él dice ser un amante de ellos, puesto que toda su vida ha trabajado en ese mundo, desde su paso por el Ministerio de Agricultura y Ganadería hasta por empresas privadas procesadoras de vegetales.

Además, también tuvo la oportunidad de estar en contacto con la moderna tecnología agrícola de países como Israel (donde estudió por seis meses mercadeo agrícola) y Holanda.

Él aplica lo que una vez leyó en una valla cuando visitó Idaho, Estados Unidos, en torno a los vegetales: ‘trátelos como bebés’.

Esta frase caló en él e inspiró su negocio. “Yo decía: claro, son como bebés, que todo el tiempo tienen que ser cuidados y que tienen que merecer el mejor trato y llegar a la mesa de los consumidores de la mejor forma posible”.

Rivera recuerda haber visitado varias veces algunos mercados municipales de Costa Rica, donde “los vegetales eran terriblemente maltratados”.

Para él tenía que haber una forma diferente de trabajar, enfocada en la frescura.

“Tenían la particularidad de que la gente no guardaba la inocuidad. Había una indiferencia en la manipulación de los vegetales. Yo quería tener una empresa que le diera todas las características a ese producto que quería procesar. Pero, no solo calidad aparente, sino el trasfondo”, dijo.

Por eso, alega que trabajan según los estándares de la norma ISO 22.000, referente a la gestión de la inocuidad de los alimentos y espera pronto obtener la certificación.

De hecho, para ingresar a la planta, que está dividida en diferentes áreas, se debe ir con gabacha, cubre bocas y con una gorra especial.

Los alimentos pasan por un estricto proceso de pelado, lavado y secado, que es monitoreado por supervisores, para garantizar que sea de la mejor calidad posible (ver video).

Se busca limpiar los alimentos de posible contaminación física (pelos, suciedades), química (agroquímicos, cloro) y microbiológica.

A la conquista de Europa y Asia

Junto con una empresa aliada (llamada Costa de Oro), La Frescura del Molino ingresará en las próximas semanas a los mercados de Francia, Holanda, Alemania y Japón.

Exportarán carpaccio (rodajas) de piña congelada de ocho centímetros de diámetro y dos milímetros de grosor, que es un producto gourmet.

También exportarán trozos (conocidos como chunk) de piña, papaya y mango congelados.

Este martes enviarán su primer contenedor a Japón y en 22 días lo harán a otros destinos.

Otro mercado al que ingresarán es el estadounidense, concretamente a Miami.

Para cumplir con esta demanda, construyeron un nuevo espacio en la planta que alquilan en Barrio Cuba, lo cual implicó contratar a 30 nuevos empleados.

Con estos nuevos mercados, esperan alcanzar ventas de entre $5 y $6 millones al año.