Cómo innovamos en costa Rica y el camino para mejorar

Josué Fumero, Director de Innovación del MICITT, describe en su último ensayo el perfil innovador de las pymes en Costa Rica y emite cinco recomendaciones concretas para quienes se aventuran a innovar.

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María Fernanda Landaeta

En Costa Rica el 90% de las pymes dicen estar innovando, pero a su manera: con capacitación (60%) y la compra de bienes de capital (59%), principalmente. Mientras que la investigación y el desarrollo interno o actividades de ingeniería y diseño industrial las practican solo el 48,3% y 29,3%, respectivamente.

Así lo muestra la Encuesta de Innovación que realiza el Centro Internacional de Políticas Económicas para el Desarrollo Sostenible (CINPE), publicada el año pasado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT).

Josué Fumero, Director de Innovación del MICITT, retoma estos datos en su reciente ensayo Cómo innovamos en Costa Rica . No solo elabora una mirada al perfil innovador de las Pymes , sino que emite cinco recomendaciones concretas para quienes se aventuran a crear.

Estas son sus recomendaciones:

1) Comprender que la innovación no se sostiene de ocurrencias. “Innovar no es producto del azar o el destino (…) Para hacer de la innovación una verdadera herramienta de competitividad, esta debe gestionarse desde la persona hasta el mercado. Contrario a la opinión popular, la programática es una disciplina indispensable para garantizar resultados a través del proceso creativo”.

2) Separarse del concepto tradicional, limitado y ya superado de innovación. Fumero insta a las empresas a innovar de formas creativas y “hasta científicamente irreverentes”, no solo a través de la investigación y el desarrollo.

Recomienda a Sawney, Wolcott y Aroniz (2006), quienes proponen 12 diferentes maneras de hacer innovación empresarial.

Esas 12 formas se relacionan con dimensiones que incluyen la oferta de productos y servicios, la plataforma (de componentes, métodos o tecnologías), las soluciones a problemas de los clientes, la experiencia del consumidor (en toda la interacción que pueda tener con la compañía), la cadena de suministro, la presencia (canales de distribución) y la red de conexión entre la empresa y los clientes.

Por otra parte, el autor destaca la importancia de entender la innovación no como la creación de cosas nuevas, sino como la creación de valor para los clientes y valor para la empresa, a través de mayores utilidades.

Los clientes son quienes deciden el valor de una innovación a través de su compra. Sin importar cuan innovadora la empresa se considere, lo que realmente importa es si los clientes están dispuestos a pagar por el valor creado”, agrega el autor.

3) Aprender de los conceptos technology push y market pull. De acuerdo a la encuesta de innovación del CINPE, la fuente de información o referencia para innovar es el Internet para un 72,2% de los empresarios, mientras que solo un18,8% se ha dirigido al sector académico.

Por ello, el ingeniero recomienda estos dos conceptos. Entendemos el primero como el proceso en el cual las universidades, como centros de generación del saber, transmiten al sector empresarial su conocimiento y tecnología para desarrollar nuevos productos o servicios que el mercado valore.

El segundo, market pull, muestra la relación inversa donde las empresas, después de haber encontrado una necesidad en el mercado, acuden a las universidades para que estas desarrollen el conocimiento y la tecnología necesarias para materializar esa solución. Nuestros empresarios deben volver su mirada al sector académico para encontrar en ellos un aliado para innovar”, explicó Fumero.

4) “Si no invertimos en innovación… ¿cómo podemos esperar resultados innovadores?”. Esta adaptación del famoso proverbio popular lo dice todo. “La innovación debe ser administrada y para esto debe garantizarse un ambiente propicio en donde: la estrategia, los procesos, los valores, los recursos y la organización como un todo abracen este nuevo estilo empresarial”, cita el ensayo.

5) “No solo hay que poner el huevo, hay que cacarearlo”. “Si ya hemos desarrollado una innovación (el huevo) aseguremos su valor a través de alguna herramienta de protección de la propiedad intelectual (cacarearlo)”, destaca el Director de Innovación del MICITT.

Lo anterior, ante una realidad clara: Solo un 11% de empresas a nivel nacional aseguran haber obtenido una patente dentro o fuera del país.
“Nuestros empresarios necesitan entender que proteger sus innovaciones no es un gasto superfluo sino una barrera de entrada al negocio que están construyendo. Debemos familiarizarnos con estos procesos e incorporarlos en nuestra gestión empresarial”, recalca Fumero.