Ella tiene la fórmula para crear un negocio y hacerlo crecer de la nada

La propietaria del salón de belleza Virny, en Barva de Heredia, sabe lo que es desarrollar un negocio, enfrentar las dificultades del crecimiento y reconocer los límites. ¿La receta?

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Carlos Cordero

pymes@elfinancierocr.com

Virny Delgado Elizondo supo lo que quería hacer de joven: dedicarse a la peluquería y la estética con su propio salón de belleza. Y tampoco pensó mucho que siempre sería con su propio negocio.

Tras dos años de tener el Salón Virny en Santa Lucía de Barva, en Heredia, y habiendo consolidado el punto, sabe lo que es hacer crecer su empresa, cerrar un local y reiniciar en otro lado, reconociendo siempre los límites y cuidados que se deben tener cuando se va creciendo.

-Hay que ir poco a poco. Mi papá decía que el negocio es el que le va a ir dando a uno para crecer.

Oriunda de Pejibaye de Pérez Zeledón, Virny Delgado se aficionó a la estética mientras vivía con su abuela en San Isidro de El General -para llevar estudios generales en la sede regional de la Universidad Nacional- y una tía suya estudiaba belleza y practicaba en la casa.

-Yo era supercoqueta desde chiquitilla. Pero no me veía en esto. Al ver trabajar a mi tía y al ayudarle, me empezó a gustar.

Entonces se metió a llevar el primer curso de belleza en un salón de San Isidro y luego colocó su primer negocio en un cuarto de la casa, haciendo patente que era hereda del espíritu emprendedor de su padre, pues en Pejibaye había sido propietario de una pulpería, un minisuper y una verdurería.

EN BARVA

Virny quería estudiar educación y eso implicaba tener que trasladarse a la sede central de la Universidad en Heredia.

Como su hermano mayor tomó la decisión de venirse con ella, la familia no quiso quedarse atrás y se vinieron todos hasta San Pablo de Barva, ubicado al norte del centro de este cantón herediano.

Ahí, por supuesto, instaló su salón de belleza en una parte de la vivienda.

-Algo pellizcaba. Siempre me gustaba tener un poquito de plata, ser independiente, tener para mis cosas.

Mientras estudiaba educación realizó el curso de estilista en una academia en San José y como el hermano mayor abrió un supermercado en el centro de Barva, también ella se animó a abrir el salón ahí junto con una compañera de la Universidad, que se encargaba de hacer las uñas.

Las responsabilidades habían aumentado, casada y con un hijo, por lo que también contrató una muchacha que le ayudara a atender el negocio cuando estaba ausente.

El salón de belleza era una mina de oro, pero lo instaló con una boutique y vendió mercadería a pagos, bajo el sistema de polaco, con el problema que no tenía cómo ir a cobrar hasta las casas de los clientes y éstos no se acercaban al negocio para cancelar.

-Quebré- confesó. No sería la última vez que tendría que cerrar el negocio, simplemente para empezar de inmediato en otro lugar y sin aminalarse en nada, más bien sacando las lecciones que se deben sacar en estos casos- Me fuí para la casa y me llevé las clientas.

OTRA VEZ

-Cuando terminé educación empecé a dar clases de estética en el IPEC de Santo Domingo de Heredia. El título me acreditaba. Estaba feliz porque enseñaba lo que me gustaba. Así supe qué era lo que quería hacer, que mi pasión era la peluquería y la belleza.

Atendía en la casa siempre con mucha clientela, por lo que volvió a tomar impulso y abrió otro salón en el centro de Barva y otra vez contrató una muchacha para que le ayudara a atenderlo, en especial cuando estaba dando clases en el IPEC.

-El salón levantó montones y tuve que contratar otras muchachas, llegué a tener cuatro. Llevaba ya seis años dando clases, ya tenía otro hijo y estaba embarazada de la hija menor, por lo que se me hizo difícil. Renuncié al Ministerio de Educación. Además tenía otro salón en San Rafael de Heredia.

Hábil para detectar oportunidades, junto con su esposo instaló otro salón en el mismo local del lavacar de él, ubicado en la vía principal de Santa Lucía hacia Barva.

-Era una buena idea, porque mientras se lavaba el vehículo los clientes podían estar en el salón. Además, era un buen punto.

Pero habían dificultades. En muchas ocasiones el servicio en el lavacar solo duraba media hora, pero en el salón se podía durar hasta tres horas. Además, muchos clientes empezaron a llegar solo al salón y sus vehículos quitaban espacio en el lavarcar.

De todas formas el salón del lavacar quedaba cerca del que mantenían en Barva centro, por lo que al cerrar no era difícil que la clientela se trasladara. Y lo hizo.

SIN DESMAYAR

Los planes seguían. Con el salón de Barva y el de San Rafael, decidió instalar una academia en el centro de Heredia.

Y como el salón de Barva era pequeño, pero muy activo y tan rentable que había llegado a tener siete empleadas, puso en marcha otro proyecto.

El dueño del local tuvo que cerrar un minisuper que quedaba a la par y era esquinero, pues a la vuelta le habían instalado un Megasuper.

Virny hizo números. Pidió que lo acondicionarán, “que lo pusieran bonito”, amplió el salón y se trajo la academia para reducir gastos.

Sin embargo, el propietario del local le puso un alquiler alto, alegando que había invertido mucho en la remodelación. Aunque llegó más clientela, no era tan rentable y al año Virny se dio cuenta que no podría seguir alquilando.

-Apenas salía. La veía a palitos y era mucho lo que tenía que sacar para poder salir. Mi idea era comprar, pues era meterle plata a un lugar que nunca iba a ser mío. Busqué locales. Pagué tres peritajes, pero los dueños los valoraban muy alto.

EN BUSCA DE LOCAL PROPIO

Empezó a ver si en la calle principal entre Santa Lucia y Barva aparecía un local, ojala esquinero, a sabiendas que era una buena ubicación. Así lo imaginaba, pero no aparecía nada.

-Vamos conmigo en el carro a encontrar lo que quiero -le dijo a una amiga-. Vos te fijas de ese lado y yo de este.

Pasaron una y otras vez por la vía entre Barva y Heredia, fijándose especialmente en la zona de Santa Lucía que se hacía atractiva como lugar de paso, con nuevas urbanizaciones y un comercio en crecimiento.

-Ahí hay una casa que se vende.

Llamaron, pero la vendían junto con otra vivienda que quedaba a la par y no era lo que buscaban.

-Allá hay otra- y era esquinera, ubicada a una cuadra de la Panadería Musmmani. Tres días después logró conversar con la propietaria.

Llamó a la ejecutiva del BN Desarrollo -que la atendía desde que sacó un préstamo para el primer salón en Barva- y le pidió que enviaran a alguien para que viera la casa.

-Tuve la suerte que la dueña de la casa estaba dispuesta a ayudarme. No sé si era porque las dos éramos divorciadas o porque tuve la suerte de encontrar a una mujer que me ayudara, pues a veces le hacen más bien le vuelven la espalda. Ella me dijo que tenía tres clientes y que no le precisaba vender, pero tenía que darle una señal de trato. Al final conseguí la plata y me dio un mes.

El préstamo del banco apenas alcanzó para la compra y tuvo que recurrir a las tarjetas de crédito para la remodelación.

-No fue fácil. Tenía que mantener funcionando el salón en el centro de Barva y además correr con el acondicionamiento del nuevo local. Por dicha no era mucho lo que había que meterle. Cuando nos pasamos ya todo el mundo sabía, lo habíamos anunciado con tiempo. Fue cansadísimo.

“ESTO ES MÍO”

Abrieron en julio del 2010, y aunque perdieron algunas clientas que vivían muy cerca del otro salón y que no querían trasladarse hasta Santa Lucía, ganaron otras más porque en el nuevo punto “pasa mucha gente”.

-Aquí llega más del triple que en el centro de Barva y ahora tengo ocho muchachas fijas y dos que nos ayudan para los días libres de las otras, pues no cerramos en la semana. Los costos son mayores, pero esto va a hacer mío.

-Siendo un negocio tan local, ¿de qué le sirve tener una página Facebook?- le pregunto.

-Facebook me ayuda a dar a conocer las promociones y las ofertas. La gente se da cuenta y ve las fotos de los peinados y de los servicios. También de las actividades que se hacen para Halloween y para Navidad.

Virny reconoce que le falta llevar un buen curso para gestionar la página y para aprovecharlo mucho más.

-¿Pero, la gente llega al negocio y le dice que vio algo anunciado en Facebook?

-Hay gente que ni conozco y que se suscribe cuando sacamos algo nuevo. Ahora todos los negocios deben tener Facebook. Si alguien recomienda al negocio, lo puede encontrar en Facebook.

Con el nuevo local prefirió cerrar la academia –“Las últimas estudiantes las graduamos aquí”- y, después de diez años, vendió el local de San Rafael de Heredia, cuya administración se había vuelto muy compleja, no podía darle monitoreo constante y no tenía quién la asistiera en su administración.

¿QUÉ SIGUE?

-Precisamente estoy llevando un curso en el banco y hablamos de crecer. Pero la experiencia con el salón en San Rafael me mostró que no es fácil. Cuando estaba mi mamá, ella me ayudaba. Pero luego, cuando ella se fue a Estados Unidos, se complicó. Hay que tener a alguien de confianza. Lo que quiero es concentrarme y enfocarme solo en este local.

Admite que ahora puede andar más relajada y tranquila.

-No me interesa crecer. Ya vi que para tener otro negocio hay que darle cinco años. Tendría que invertir en cámaras y equipos para monitorear otros locales. Aquí en Santa Lucía lo que se hago es chinearlo, crecer acá, con cuidado porque el espacio es limitado y tendría que hacer promociones para acercar clientela en horarios de poca afluencia. Tal vez piense más adelante en un salón en un mall, con poco personal y sin muchos costos. ¡Algo tendré qué hacer!

-Usted abre un local y le llega la gente, pero uno ve que hay muchos negocios que tienen muchas dificultades para lograrlo. ¿Cómo se hace el punto?

-El punto se hace en cualquier lugar. La clientela se puede hacer en cualquier lugar, pero depende del servicio. No se puede bajar la calidad y más bien hay que tratar de mejorarla. La gente va adonde sea si hay una buena atención y un buen servicio. Hay que cuidar la calidad, fijarse en lo que dice el cliente, ayudarle y que, si hay una molestia, arreglarle lo que sea.

Virny Delgado afirma que si se hace eso, además, la gente recomendará el negocio.

-Si se tiene la plata, hay que buscar que el punto tenga las condiciones, la ubicación, parqueo. Pero si no tiene la plata, para crecer, el negocio le va ir dando, va ir subiendo y subiendo.