Después de casi dos meses paralizado, reiniciará las clases en empresas con un gimnasio móvil, vía Zoom y su local en Santa Ana

En las clases virtuales participan hasta 15 personas e incluso tiene clientes en EE. UU.

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Roberto Castro había creado dos gimnasios con su marca Fit CR en Santa Ana y Cariari, Belén, especializados en clases de funcionales con pesas y otros implementos,

A finales del año anterior inició un nuevo proyecto con un gimnasio móvil para atender grupos en empresas y entrenamientos personales a domicilio.

Desde marzo pasado empezó a realizar sesiones virtuales para atender a sus clientes y sobrevivir. Ahora, este canal se mantendrá como parte de sus servicios.

“Tenemos muchas ganas de seguir adelante y sacarle mucho provecho a lo virtual”, dice Roberto.

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Él estudió hotelería, luego un master en proyectos y cursos para entrenamiento en Arena Trek.

Se certificó en movimiento humano, pilates, pesa rusa o kettlebells, de fuerza y hasta neurociencia para entrenamiento deportivo, entre otros.

Ninguno implicó un reto personal.

Hace cuatro años empezó a tener la idea de tener sus propios gimnasios y abrió los gimnasios con su marca Fit CR.

Pero el mercado tiene un amplio espectro de oportunidades de negocios.

Aparte del entrenamiento personal, que implica diseñar una rutina y asesorar en forma directa su ejecución, existe la posibilidad de realizar clases a grupos de empleados en empresas.

Roberto investigó en Google y vio algunas posibilidades.

Ninguna se acercaba a la idea que él tenía y a lo que quería.

Pasó el tiempo.

Tocó las puertas de agencias distribuidoras de vehículos para que patrocinaran su proyecto.

En una le ofrecieron solamente un descuento del 25% sobre el valor del vehículo, pero él no tenía los recursos para el resto.

Un cliente le vendió una camioneta tipo pick up a buen precio en noviembre del 2109.

Fue a las agencias para ver posibilidades de financiamiento.

En grupo Q le hicieron una oferta y hasta un comercial para promover la marca Isuzu.

Ya con el vehículo también logró otros patrocinios.

Ryatma Repuestos le donó unas luces, pues la idea es realizar clases de noche en parqueos, plazas o playas.

Las luces le permiten llamar la atención y unos halógenos (colocados a los lados, atrás y adelante) para iluminación.

Con su propio diseño construyó la caseta que instaló en el pick up.

También obtuvo el patrocinio de Dihersa.

La cadena de tiendas deportivas Uno Sport le ayudó con el equipo pesas (mancuernas, barras y discos), los kettlebells, ligas, mecates y los TRX para ejercicios en suspensión.

Era un canje por eventos y por publicidad.

En diciembre pasado todo estaba listo.

Con el vehículo y con todo el equipamiento realizó dos de los doce eventos acordados con Uno Sport: uno en Paseo de las Flores, en Heredia, y otro en Uno Sport en Escazú.

Y empezó a dar clases privadas a domicilio y en dos empresas. Iba dos veces por semana y entrenaba de 10 a 12 personas.

El llegaba con su vehìculo, se instalaba en el parqueo u otro espacio abierto y ahí organizaba el circuito de ejercicios.

Parte del proyecto es llevarlo a todo lado, incluso a playas o montañas. El comercial se realizó en Adventure Park, en las montañas de Heredia.

“Es muy versátil”, asegura.

Desde el punto de vista de negocios, también es rentable.

Aunque diciembre y enero no son buenos meses en el sector, ya tenía ingresos entre $600 y $700, que cubría sus costos y le dejaba algún beneficio.

Según su proyección entre marzo y mayo alcanzaría los $1.500.

Con la crisis tuvo que cerrar los gimnasios, el de Cariari definitivamente y el de Santa Ana en forma temporal, de hecho está por reabrirlo en este punto.

También habilitó un espacio en su casa y empezó a brindar clases de forma virtual. “No tenía idea que lo virtual es tan fuerte”, asegura.

Al principio no cobraba por las clases virtuales. Grababa un video con ejercicios y lo publicaba en redes sociales: en Instagram y en Facebook.

Los usuarios veían el video, pero no necesariamente hacían los ejercicios. Otros cumplían las clases, pero solo por unos minutos o lo hacían mal.

Hizo un cambio.

Empezó a recurrir a Zoom, que le permite dar clases de ocho a diez personas y corregir sus movimientos.

Los clientes utilizan sus celulares y computadoras, e incluso conectan dispositivo a un a pantalla para ver la imagen.

El servicio se lo brinda a unas 40 personas por $40 mensuales cada una, por cinco clases máximo por semana. Le pagan a través de transferencias bancarias.

En cada clase llega a tener entre 15 y 20 personas.

Las clases le ayudaron a obtener ingresos durante las semanas de mayores restricciones sanitarias.

Le abrieron, adicionalmente, un nuevo mercado, pues logró clientes que viven en Estados Unidos.

Actualmente el servicio móvil volvió a reactivarse en una de las empresas y con un entrenamiento personal.

En el servicio a las empresas y grupos organiza las estaciones y aplica algunas medidas de seguridad: antes y después de las clases desinfecta los equipos e implementos; se hace lo mismo cuando cada persona debe cambiar de estación.

Ahora implementará un cambio: cada estación tendrá todos los recursos necesarios y los participantes no tendrán que pasar a otro punto.

Por eso mantendrá ambas líneas de negocio, junto con el gimnasio de Santa ana, a la par de Swiss Travel, carretera a Ciudad Colón. Lo reabrirá en junio próximo.

En estos días aprovechó también para llevar un curso en línea de la Universidad Nacional, sobre cross training, que es entrenamiento funcional con levantamientos olímpicos.

Roberto ve el futuro inmediato con optimismo y muchas actividades: más canales y nuevas clases.