Dos emprendedoras de turismo en Guatuso y Monteverde que se quedaron sin clientes y siguen sus negocios basadas en la identidad cultural y la sororidad

Hiqui Morera, con Rancho Maleku, y Sindy Brown, con Sinwa Tour y comidas caribeñas

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Las emprendedoras pueden generar su marca, servicios y clientela basándose en la identidad cultural, como Hiqui Morera en Guatuso y Sindy Brown en Monteverde, para hacer frente a la caída del turismo. También, en la sororidad, ese apoyo mutuo que no espera nada a cambio y resiste las peores dificultades.

Hiqui Morera siguió una iniciativa familiar con el Rancho Maleku Tafa Urijif, ubicado en el palenque El Sol, uno de los tres pueblos del territorio indígena maleku en San Rafael de Guatuso. Hace casi 18 años, cuando salió del colegio se dedicó a dar clases en una escuela. A ella lo que le encantaba era dar a conocer su cultura.

Su padre, Wilson Morera (en maleku Tafa), había iniciado hace 14 años un proyecto para impulsar el turismo en la comunidad, aprovechando la cercanía con La Fortuna (está a una hora y media). Al principio, algunas personas de la localidad se resistieron. Vivían de la agricultura y la artesanía era para confeccionar utensilios domésticos.

La apertura obligaba a los habitantes a conservar su lengua, apreciar y mantener la cultura, y producir artesanías. Incluso, obligaba a aprender el inglés, como tercer idioma. Al año, él falleció.

Hiqui decidió continuar la idea en 2014. Empezó con algo pequeño y el apoyo de agencias y touroperadores que trabajaron con Tafa. Al proyecto se apuntaron ocho familias que producen artesanías. Se desarrollaron varios servicios para turistas: charlas, tour de plantas medicinales, taller de artesanía, competencia de arco y flecha, y una ceremonia tradicional en lq que se crea conciencia sobre la Madre Tierra.

Normalmente los turistas internacionales incluyen la visita como parte de los paquetes que compran. La visita tiene un costo de $5 hasta $45 por persona, incluido el almuerzo en esta última y dependiendo de la cantidad de personas que asistan.

El reconocimiento llegó. En el 2018 participó en una de las presentaciones del traspaso de poderes. Cada semana recibía unos tres grupos de 30 a 40 turistas extranjeros y hasta 150 estudiantes de escuela y colegio. Todo iba sobre ruedas. Incluso invertió ¢1,2 millones de unos ahorros, pues entre marzo y abril del 2020 tenía reservaciones para recibir a unos 300 turistas de Francia y Suiza.

Entonces, de la noche a la mañana se canceló todo.

En la comunidad hubo mucho apoyo mutuo e intercambiaban alimentos. Un día el vecino que vive al frente atravesó la calle, entró a la propiedad de Hiqui y su familia y les entregó un racimo de plátano, un ayote, pepinos y una bolsa de arroz.

—Cuando necesiten, me dicen— recuerda todavía conmovida Hiqui que les dijo. También recibió apoyo de familiares para cubrir algunos de los gastos.

Ella realizó arreglos de pago con los bancos, pero los acuerdos duraban unos meses y la crisis y la pandemia se extendieron mucho más. Cuando los plazos se cumplieron, la principal preocupación de Hiqui fue la comida de los suyos. El año 2020 terminó con otro golpe: el huracán Eta, en noviembre, de categoría 2 cuando afectó la zona y que dejó en mal estado el rancho.

Para había opción, no para una emprendedora. Después del confinamiento y con la reactivación, ella empezó a hacer pan casero para vender. Como vive frente a carretera principal y hay un reductor de velocidad, su idea era colocar un kiosco de madera para hacer la venta.

Buscando en Internet vio que alguien ofrecía un bus escolar. Con ayuda de la familia lo consiguió en agosto y ahí ofrece comidas rápidas a quienes pasen por el frente. Vende hamburguesas y perros calientes. Así nació Pura Vida Bus Track.

“Con esto me la he jugado hasta el momento”, dice Hiqui. Con eso y con las esporádicas visitas de turistas costarricenses que llegan para ver alguna de las actividades y conocer de la cultura maleku.

Mantener ese proyecto tampoco es opcional para Hiqui. Ella sabe que es necesario generar oportunidades de empleo en la comunidad para que las familias y los jóvenes no tengan que migrar. Ahora depende de si a los turistas locales les llama la atención.

En estos meses también recibió una ayuda inesperada. Una funcionaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que había realizado un estudio en la comundad, le envió un link para un concurso de Impact Hub San José, una red global presente en 150 países enfocada en el apoyo a los emprendimientos.

En Costa Rica, donde está desde 2014, Impact Hub ha apoyado a casi 2.100 negocios en diferentes fases (preincubación, incubación, startups y empresas). El programa realizó en 2020 una convocatoria a emprendedoras para su programa virtual denominado Resurgir, financiado con recursos de cooperación de la Embajada de Estados Unidos.

Hiqui, Sindy Brown y otras 23 emprendedoras fueron seleccionadas, tras un proceso en el que se postularon 100 proyectos. En el curso virtual participaron las 25 emprendedoras y más de 50 colaboradores y proveedores suyos.

El programa Resurgir también tuvo el respaldo del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), aportó herramientas y metodologías como storytelling, y se enfocó en la necesidad de comprender la diferencia del turismo internacional y local.

Aparte de la asesoría, el apoyo mutuo entre las participantes fue clave durante el curso. Esa sororidad, la capacidad de sacrificio y esfuerzo también llamó la atención en todas las emprendedoras, tanto como sobresalió el empeño de Hiqui y Sindy para desarrollar sus negocios preservando su identidad.

“Ambas emprendedoras son impresionantes y tienen muchas ganas de representar su cultura en los emprendimientos”, recalcó Cristina Vindas, directora ejecutiva de Impact Hub San José.

Sindy Brown, oriunda de Limón, fundó en Monteverde con su esposo Weymar Barquero una empresa llamada Sinwa Tour Operador Turístico. Ella participó en el curso de Impact Hub y pudo darse cuenta de lo que hacía bien y lo que debía corregir. También conoció herramientas que le serán útiles cuando se reactive el turismo. Su idea es seguir con el nuevo negocio de comidas caribeñas que creó para sobrevivir y retomar el de turismo que impulsa desde hacía años.

En 2009, Sindy trabajaba en un hotel en Monteverde y Weymar en una empresa de transporte de turistas. Se dieron cuenta que los turistas necesitaban información que los orientara para elegir los hoteles, transporte y actividades a la hora de hacer una reservación.

“Aunque vienen con un itinerario a veces necesitan saber la distancia del hotel y la playa o si podían llegar a un lugar en transporte público”, explica Sindy.

Sindy y Weymar se plantearon crear un negocio que brindará esa información y que contratara el transporte que requerían los turistas para llegar desde San José, Monteverde o Manuel Antonio a cualquier otro sitio de Costa Rica.

El reto era grande. Renunció al hotel y estudió administración. A los profesores les hablaba de su proyecto y dedicó el trabajo de graduación al tren del bosque nuboso en Monteverde. Una vez graduada empezó a trabajar ahí mismo y poco a poco empezó su negocio, a nombre personal, contratando transportes para llevar turistas.

En 2018, Weymar se le unió a tiempo completo en la empresa que lleva las siglas del nombre de ella y las del nombre con el que lo conocen a él (Wady), sumaron más personas y la registraron con su propia cédula jurídica y su marca.

Ya tenían certificaciones de agencia receptiva del ICT y de bandera azul, entre otras, y brindaba servicios de transporte (compartido o privado) hacia y desde La Fortuna, Manuel Antonio, Guanacaste y, por supuesto, Monteverde, entre otros puntos. Incluso estaban planeando crear un servicio VIP, especialmente digidio para altos ejecutivos y turistas que se hospedan en hoteles de lujo en el país.

En temporada alta subcontrataban a 100 personas, entre transportistas y guías turísticos. En temporadas bajas la actividad se reducía en cuatro quintas partes, pero parte del trabajo era que todos tuvieran trabajo suficiente para tener ahorros cuando bajara la actividad.

“Creemos en la economía circular”, dice Sindy. “Tenemos la empresa, la estrategia y los clientes y si un vecino tiene buseta y cursos de turismo, trabajamos juntos”.

En el sector turístico empresarios y emprendedores concuerda que el 2019 fue un año excepcional y que el 2020 pintaba mejor. Sindy lo ve como el año para recoger los frutos de tantos esfuerzos durante ya una década. La empresa había sido elegida para participar sin costo en la ExpoTour de 2020, organizado para mayo de ese año en el Centro Nacional de Convenciones.

Hasta que llegó lo inesperado. En marzo de 2020 empiezan a llegar las cancelaciones. Tenía reservaciones que ocupaban el 95% de la capacidad de operación de la empresa. Ante la avalancha de solicitudes de reembolso, la idea se planteaba la reprogramación, pero sólo el 5% aceptó.

Los ahorros, incluyendo el dinero pensado para invertir en el servicio VIP, se esfumaron pese a no tener deudas. Los colaboradores se acogieron al bono Proteger. Para ingeniarse unos ingresos, con los cuales pasar ella, su esposo y su hijo, Sindy vendía lo que salía de su huerta orgánica. Cuando eso se agotó, compró unas gallinas, hacía salsa picante con chiles que quedaban y vendía café que finqueros de la zona regalaban para ayudar gente de la zona.

Un día informó en WhatsApp que iba a vender rice and beans y pollo caribeño. Ya había realizado presentaciones y vendido platillos limonenses para un programa de ayuda a adultos mayores en Monteverde. La encargada de este programa le dio la idea. Hizo el anuncio sin mucho convencimiento. Le hicieron treinta pedidos, tuvo que atrasar la entrega un día y vendió incluso otros seis que quería dejar para la casa.

Ahora anuncia en una pizarra la venta de patí, pan bon, chicheme, patacones caribeños, rice and beans y pollo caribeño a pedido. Para complementar ingresos, Sindy vende productos de catálogos (ropa de cama, artículos para el hogar, zapatos, perfumes y maquillaje) que envía a través de Correos de Costa Rica y que le compran clientes costarricenses que ella conce de la actividad turística.

—¡Así me la he jugado, muchacho de Dios!— me dice Sindy.

Su mirada está enfocada en crear un local de comida caribeña y mantener el tour operador.

Andrea Fernández, del programa Qué buena tarde de Teletica, y del exfutbolista Pablo Gabas dieron a conocer el negocio de comidas caribeñas a sus propios seguidores de redes sociales (“Lo hicieron sin cobrar”, dice Sindy).

En turismo, ella espera que se reactive. De las reservaciones reprogramadas para diciembre de 2020, finalmente mantuvo cuatro. En enero y febrero pasados fue similar. En este mes de marzo tuvo diez reservaciones y hasta el 15 de abril otras ocho.

Y tiene otro proyecto en camino. “Espero comprar una propiedad que tiene varias villas para alquilar a través de Airbnb y Booking”, adelanta Sindy.