La emprendedora que impulsa un proyecto para que mujeres que sufren violencia doméstica reciban ayuda, emprendan y salgan de su situación

Vende alarmas y brazaletes para generar ingresos y financiar asistencia actualmente en la crisis

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Carolina Castro es casada y madre de dos niños. A ella las situaciones de violencia contra las mujeres y especialmente los femicidios le provocaban sentimientos encontrados.

Cuando se publicaban noticias de asesinatos de mujeres por sus parejas, Carolina normalmente evitaba saber más sobre el hecho.

En setiembre del año anterior, se dio cuenta que ninguna persona puede juzgar a una mujer que está en una situación de dependencia económica y emocional y que sufre violencia hasta su muerte.

El caso que le llamó la atención fue el de una muchacha que fue asesinada frente a su hijo de cuatro años.

“Solemos juzgar, pero no aportar”, reflexionó Carolina.

Empezó a ver cómo ayudar. Encontró que podría impulsar un proyecto para recaudar fondos, realizar bootcamps o campamentos con mujeres en situación de violencia doméstica, donde recibieran servicios de profesionales voluntarios, defensa personal y crearan sus propios emprendimientos.

Para generar esos recursos diseñó una alarma que activa una sirena cuando una persona está en riesgo de asalto en la calle y para mujeres que sufren acoso callejero.

También puede ser usada, entre otros, por ciclistas que sufren un accidente (para que los puedan auxiliar si quedaron en un sitio donde no los pueden ver) e incluso para que personas adultas mayores soliciten ayuda si están en sus hogares y no hay nadie cerca.

Carolina se planteó que este proyecto, al que llamó Alerta CR, le permitía a su propia empresa, MGS Beauty and Relax, cumplir en materia de responsabilidad e impacto social.

MGS se dedica a comercializar productos de cuidado personal y de relajación, como compresas y rodillos (ronner) de cuarzo y jada, unos masajeadores para el rostro.

Carolina creó su emprendimiento en 2002. Inició con una estética en salones de belleza y cuando se inauguró Forum 2, en Lindora de Santa Ana, instaló ahí un spa donde atendía ejecutivos de importantes firmas que ocupaban edificios en ese parque empresarial.

En 2016 vendió el spa, pues la idea era estar cerca de sus hijos, y continuar vendiendo los productos de MGS. Incluso entró a participar en programas para nuevos exportadores de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).

Hasta meses atrás la principal actividad para comercializarlos, aparte de redes sociales, eran los eventos y ferias de asociaciones solidaristas, PriceSmart y otras cadenas, aprovechando las fechas claves del año.

La principal época de ventas es de agosto a diciembre. En el resto del año alcanzaba el punto de equilibrio con el día de los enamorados y el día de la mujer, entre otros.

En todas estas actividades, en la última etapa, recibía siempre la ayuda de su mamá, Rita Castillo, y este año había contratado una muchacha para colocar productos en puntos de venta y así no depender de las ferias, actividades y fechas de celebraciones.

Aprovechando la experiencia con el diseño y la fabricación de los productos de MGS en China, Carolina también se planteó que las alarmas y unos brazaletes, que incluyen mensajes de empoderamiento, se podían fabricar en ese país asiático.

A ella también la motivó que su sobrina, María José Sánchez, aplicó para estudiar medicina en la universidad. Debido a las situaciones de agresión que día a día enfrentan las mujeres en la calle, Carolina pensó en un producto que no fuera tan peligroso como el gas pimienta, pero sí más práctico.

La edición de las alarmas las denominó como Majo, precisamente tomando las primeras sílabas del nombre de ella.

Para el proyecto de apoyo a mujeres en situación de violencia doméstica no encontró a alguien que le ayudara con el proceso de organización y legalización de una fundación.

Se decidió, entonces, por una sociedad a la que denominó Sagami S. A., que lleva las iniciales de los nombres de sus hijos y hace referencia a su mamá.

Sagami quedó constituida en enero y ahora había que esperar que llegaran las alarmas y los brazaletes desde China.

La idea era hacer el lanzamiento del proyecto y los productos el 18 de marzo, diez días después del Día Internacional de la Mujer.

Los planes empezaron a trastabillar. El pedido de alertas y brazaletes, junto con otros productos de MGS, quedaron almacenadas en un puerto de China, pues no había barcos que transportaran mercaderías desde allá hasta América debido a los cierres de fronteras.

La actividad de lanzamiento del proyecto, que se iba a realizar en la Asamblea Legislativa por el apoyo de una diputada, también se canceló por la emergencia del COVID-19.

Las actividades de la empresa MGS, como una gira por Centroamérica con PriceSmart, se suspendieron.

Carolina vendió las existencias de compresas y rodillos que tenía por medio de redes sociales y hace pocos meses logró trabajo en Amazon.

La muchacha que había contratado renunció hace un mes y por dicha también consiguió trabajo esta misma semana.

En julio pasado llegaron al fin los pedidos, tanto el de MGS como el del proyecto de Sagami.

Carolina retomó, entonces, el proyecto para vender las 5.000 alarmas (¢7.500 uno o ¢14.000 dos) y los 500 brazaletes (¢5.000).

Actualmente las personas que estén interesadas pueden solicitar la información por medio de redes sociales y se les indica cuál es la persona con la cual comprarlo.

Para esto hay una red de diez mujeres (de Desamparados, Curridabat, Limón y Alajuela, entre otros sitios) que están desempleadas.

Además, desde este jueves 27 y hasta el próximo domingo 30 de agosto, Carolina y Rita se turnan en un puesto en PriceSmart de Tibás, donde los están vendiendo. El público lo paga en la caja y luego la compañía gira lo recaudado a Sagami.

“Nuestra idea es hacer tres bootcamps al año”, dice Carolina. “Por la pandemia no se puede. Ahora la prioridad es ayudar a mujeres que tienen una difícil situación”.

Carolina cuenta que, por el desempleo, la prioridad a resolver las necesidades de alimentación. También hay escolares que no tienen ni celular ni computadora para estudiar.

Para octubre el proyecto podría disponer de una plataforma virtual, con más servicios que el sitio actual.

La idea es contar con una plataforma donde las mujeres que sufren violencia doméstica encuentren servicios, un directorio de especialistas, ubicación de proyectos y otras iniciativas que las pueden apoyar.

La plataforma sería lanzada en blockchain o cadena de bloques, pero aún se requiere apoyo de informáticos especializados en esta nueva tecnología, pues no han encontrado.

Carolina también espera que las grandes empresas colaboren. “Por las consecuencias de la pandemia y la crisis, a las compañías se les exigirá mayor responsabilidad social”, insistió.