La tica que fundó una ‘startup’ en Silicon Valley y vive con pasión la que sería la siguiente revolución de la industria, en la biotecnológica

Reconoce que crear una empresa es duro y complicado en esa región de EE. UU., especialmente para una mujer y para una latina, pero que hay otra mentalidad sobre la innovación y los nuevos negocios

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Maricel Sáenz se fue a Silicon Valley y fundó la startup Next-Biotics porque, como pasó con la informática y las comunicaciones, ahí se está incubando la próxima innovación que lo cambie todo y desate la siguiente revolución tecnológica.

“Aquí hay un impulso a la biotecnología que se siente y que es similar al inicio de la informática”, dice Maricel.

Ella es oriunda de Escazú y cuando salió de secundaria pensó en estudiar leyes en la Universidad de Costa Rica (UCR).

Rápidamente se dio cuenta que ser abogada no era lo suyo. Entonces repensó su destino y en 2011, con 19 años, se fue a la Universidad de British Columbia, en Vancouver, Canadá, a seguir finanzas y negocios.

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Maricel se inclinó en negocios de impacto social y ese enfoque la llevó a trabajar en proyectos internacionales en Sudáfrica, con emprendedores locales, y en Camboya, con la fundación Heller Keller International en una iniciativa para empoderar a las mujeres.

Posteriormente inició una compañía para ayudar a niños con autismo y a sus familias, así como trabajó con Monitor Deloitte en consultorías de estrategia corporativa y de innovación.

Lo que más le inquietaba era cómo generar impacto y cómo ayudar para que los liderazgos resuelvan problemas.

Ella mantuvo la idea y el reto de emprender.

En 2017 aplicó a la Singularity University, un centro fundado por grandes firmas tecnológicas de Silicon Valley como Google y otras compañías, entidades y personalidades para la formación en tecnologías disruptivas.

Esta es la entidad que, junto a la Promotora de Comercio Exterior y otras instituciones, organiza el megaevento Singularity University Costa Rica Summit, el cual se realizará en febrero próximo y donde Maricel es una de las expositoras principales.

El programa de Singularity University es de tres meses, enfocado en cómo impactan las llamadas tecnologías exponenciales, y ahí conoció a Jorge Bardales, quien tiene un doctorado en biofísica por la Universidad de California en Berkeley.

Fue entonces que surgió la idea de usar la biología sintética para modificar virus y matar las bacterias con el fin de sustituir los antibióticos.

Así fundaron la startup Next Biotics, cuya sede se encuentra en Oakland, la cual se ubica al este de la bahía de San Francisco.

En la empresa Jorge, quien es de origen peruano, se encarga de la parte tecnológica, y Maricel de la parte empresarial, que incluye la gestión, la relación con distintos sectores, el entendimiento de las regulaciones y empezar a abrir alianzas y rutas de comercialización.

No se trata de un proyecto que salga de la noche a la mañana, pues las pruebas deben irse escalando en forma paulatina.

Next Biotics ya cuenta con la plataforma que requiere y ahora está por pasar a la fase de pruebas, trabajando con firmas de la industria de alimentos. Se estima que en dos años estaría comercializando sus productos.

“Hay que tener paciencia”, dice ella.

El ambiente del Silicon Valley lo permite.

En Costa Rica este tipo de iniciativas se ven con escepticismo (“¿Cómo se le ocurre?” “¿Está loca!” son las observaciones que usualmente recibe).

En Silicon Valley, por el contrario, le prestan atención, la escuchan y la retroalimentan, lo que se convierte en un impulso a la creatividad y da confianza en la iniciativa.

Allá tampoco es una materia desconocida. Existe una gran cantidad de proyectos de innovación y emprendedores de biotecnología y de biología sintética, en particular.

Aparte, existe esa intuición de participar en algo que impulsará cambios en la sociedad y en la economía.

“Es emocionante saber que estamos al inicio de algo revolucionario”, enfatiza.

No es que sea fácil. Ella reconoce que crear e impulsar una startup en Silicon Valley es igualmente duro y complicado.

Si bien se puede construir una red de contactos, lograrlo lleva esfuerzo y no es más fácil.

No lo es para las mujeres estadounidenses (menos del 2% de los fundadores de startups) ni para los latinoamericanos y menos para una mujer latinoamericana.

Hay dificultades adicionales: el costo de vida es más alto y la lejanía de familiares y amistades que sean parte de la red de apoyo personal.

Todo eso se compensa al encontrar un ambiente poblado de empresas que reman en el mismo sentido, donde hay acceso a capital y donde se topan personas que han desarrollado emprendimientos y transmiten su experiencia y consejos.

“Aquí se siente más la oportunidad y se tiene otra mentalidad”, dice Maricel, para quien inevitablemente ya no hay marcha atrás en su vocación como emprendedora.