Irene Jara, la mujer detrás de la imagen personal de empresarios, políticos y ejecutivos

Brindar este tipo de asesoría es un trabajo poco común en el país, pero necesario en un mundo globalizado. Durante 10 años, esta profesional se ha dedicado a dotar de confianza y propiedad a muchas personas

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Para un empresario, tener una buena imagen es importante, así como lo son la presentación de sus productos y servicios y la imagen de su negocio. Sin embargo, ¿qué pasa cuando no se tiene certeza de cómo nos proyectamos en público o de si se causa una buena impresión entre los clientes?

Pensando en estos y otros aspectos es que desde hace una década Irene Jara se dedica mediante su emprendimiento a instruir a ejecutivos, empresarios y líderes de negocios y políticos para que tengan confianza en sí mismos y fortalezcan su imagen personal.

Jara es asesora de imagen, graduada del Colegio de Consultores en Imagen Pública de México D. F. Su emprendimiento no tiene un nombre, sino que trabaja a título personal y su labor consiste en trabajar la imagen, pero también ve aspectos de etiqueta y protocolo.

“Los tiempos actuales obligan al profesional a que no solo destaque en su currículum sino de manera integral. Ahora, nuestro cliente es el mundo y tenemos que estar a la altura de nuestros clientes”, indica Jara.

“Actualmente, el 80% de los negocios se cierran en una mesa de restaurante, en un terreno neutral para las partes, por lo tanto hay que tener claro cuál es el comportamiento y saber manejar toda la psicología de esa reunión”, explica la emprendedora sobre su labor.

“Este elemento, empresas como trasnacionales lo entienden muy bien, entienden que hoy contratan a un ejecutivo y que dentro de 15 días este se va de viaje y tienen que tener la seguridad y confianza de que esta persona sabe comportarse en una mesa de negocios, de que sabe cómo conducirse”, añade.

Trabajar con metodología

Durante estos diez años, Jara se ha dedicado a dar asesorías grupales e individuales, según la necesidad de cada uno de sus clientes. Ella trabaja por objetivos y con la ayuda de un manual de implementación de estilos.

“No se realiza cambios de imagen, porque se trabaja con la esencia del individuo, nos sentamos a analizar cuáles son los objetivos de cada uno: cambio de trabajo, concursar por una plaza o,bien, si está trabajando en un emprendimiento, etc”, dice la asesora de imagen.

“El trabajo de la imagen pública no es transformar por completo a la persona y vestirla bonito; tampoco es una moda. Es trabajar con la esencia de cada uno y explotar lo bueno de ella. Obviamente, hay que saber vestirse, pero aceptándose como cada uno es; por eso, les enseño a las personas a ‘vestir su realidad’ y, con base en ella, vestir su cuerpo”, añade.

Sobre una de las claves del éxito en este tipo de asesorías que son tan personales, Jara explica que lo primero es hacer sentir a sus clientes confianza, que ella es una persona cercana, con la que puedan hablar. A partir de que se establece este acercamiento, comienza su trabajo.

Contribución con otras emprendedoras

Durante este tiempo, la asesora de imagen se ha dado a la tarea de ayudar también a mujeres emprendedoras costarricenses para que fortalezcan su imagen y que le den valor al trabajo que ellas realizan. Esto es posible mediante el programa Women's Entrepreneurship in the Americas (WEAmericas), el cual forma parte de Thunderbird School of Global Management, de la Universidad Estatal de Arizona, y que se desarrolla en diferentes países.

Como mentora, Jara les inculca a otras mujeres seguridad y propiedad, características indispensables al salir a vender un producto o servicio.

“La mayoría de veces, los emprendimientos se hacen por necesidad y no por oportunidad. Por eso, les ayudamos a muchas mujeres en la parte técnica de su emprendimiento, pero también en el aspecto emocional”, comenta.

“Nosotras hemos evolucionado a un ritmo donde los hombres no nos estaban considerando o dónde no estaban preparados para que llegaramos. Sí salimos a la calle a trabajar y sí estamos emprendiendo, pero la realidad es que muchas mujeres tienen que llegar a la casa para continuar con su ‘rol social’. Algunas se sienten agradecidas porque sus maridos les ayudan, pero lo cierto es que el compromiso de tener una familia tiene que ser de 50% y 50%”, puntualiza.