La pyme que elabora chocolates usando 'bicimáquinas'

En la creación de los chocolates no se utilizan químicos, ni preservantes.

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Andrés Ulate Fernández estudió agricultura orgánica en el Instituto Nacional de Aprendizaje y se puso como meta trabajar en la finca de su familia, ubicada en Puerto Viejo de Sarapiquí, en Heredia.

Siempre que iba al terreno encontraba cacao, que hace mucho tiempo habían sembrado en ella. Al ver el cultivo le llamó mucho la atención, pero no tenía conocimiento de cómo se procesaba ni cómo se hacía un chocolate.

Un amigo, quien también tenía una finca, le recomendó darle un valor agregado a los productos que generara a partir de esta planta.

Fue así como Andrés averiguó un poco más sobre el proceso y se compró un molino manual con el que hacía una pasta de cacao molido, con azúcar.

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Encuentro con 'bicimáquinas'

Como amante del ciclismo, deporte en el que compitió durante más de 10 años, se entusiasmó mucho cuando conoció que existían "bicimáquinas" y que se pueden utilizar en algunas de las etapas de procesamiento del cacao.

Una de ellas es igualmente un molino, pero con pedales.

Los aparatos fueron desarrollados por Carlos Marroquín, un emprendedor guatemalteco, que en lugar de patentarlos decidió ofrecer los planos para que cualquiera pueda fabricarlos.

Con esta guía y el apoyo de un amigo, Andrés construyó un "bicimolino".

Este encuentro con las "bicimáquinas" le vino como anillo al dedo al emprendedor.

Con su uso podía producir más y obtener una pasta de cacao más fina, que quedaba mejor y que se podía colocar en moldes.

Logró elaborar sus primeros chocolates y, en esta fase de experimentación, se los regalaba a sus amigos y a conocidos para que los probaran. A ellos les gustaron.

A finales del año 2015 empezó a venderlos.

Desde un inicio los promovía como Bicichocolate, nombre de su marca.

Su lema es "Energía saludable".

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Luego, él mismo construyó ─de su ingenio y tras entender cómo funciona esta tecnología─ un tostador de cacao con pedales.

Allí se tuesta la semilla y se requiere pedalear durante una hora o más, una o dos veces por semana, según la producción.

En general, se trata de un pedaleo suave, cuenta Andrés, que le permite leer mientras lo hace y ejercitarse. Además, ahorra energía.

Otra "bicimáquina" funciona como quebrador del cacao y también tiene unas "bicilicuadoras" que lleva a las ferias en las que participa.

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El joven de 30 años tuvo la oportunidad de conocer a Marroquín. Cuando tiene una duda, al armar una máquina, lo contacta.

Algunas de las ventajas de esta tecnología son: es amigable con el ambiente, promueve el ejercicio, son máquinas fáciles de construir y de bajo costo.

Por esta razón, el emprendedor está promoviendo su empleo en zonas rurales del país para que las familias tengan más opciones de generar recursos.

Por ejemplo, los productores de maíz, en lugar de solo venderlo, podrían hacer masa y aumentar su gama de productos.

Andrés planea crear más chocolates e incrementar sus puntos de venta, así como construir nuevas "bicimáquinas" que les posibilite producir en mayores volúmenes.

Igualmente, pretende promover el turismo rural en su finca y que los visitantes puedan ver el proceso de siembra del cacao y hasta hacer chocolate con las bicis.

En su empresa, ubicada en Barva de Heredia, también labora su mamá Vilma Fernández; su papá, Heriberto Ulate; y su vecino, Felipe Delgado.

Los chocolates se comercializan en ferias saludables, en eventos de ciclismo y en el restaurante La Galería, en Heredia.