Tras perderlo casi todo, familia resurge al crear accesorio para niños que hoy comercializa

Rebeca Guerrero creó un sujetador de cabezas que se emplea cuando los niños viajan en carro.

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El 2013 fue un año difícil para Rebeca Guerrero y para su esposo Juan Diego Arias, quienes se quedaron sin ingresos al perder su trabajo.

A él, quien es electricista, dejaron de contactarlo para el desarrollo de proyectos luego de que las empresas para las que trabajaba se vieran afectadas económicamente. Seis meses después, a Rebeca la despidieron de la firma en la que laboraba como asistente legal.

A raíz de esta situación, sus ahorros se fueron agotando, lo que los obligó a vender su vehículo para abastecer sus necesidades básicas.

Sin embargo, este dinero también se empezó a disipar y, por no tener suficientes recursos para pagar el alquiler de su casa, tuvieron que irse a vivir a una vivienda más económica.

Pensaron que el panorama mejoraría, pero esto no ocurrió: ya no podían siquiera pagar el arrendamiento de la casa a la que se pasaron, por lo que debieron sacar sus pertenencias y colocarlas en las viviendas de familiares y amigos.

Se fueron a vivir con los padres de Rebeca por un período de 15 días, luego estuvieron un mes en la casa de una amiga, y aproximadamente otro mes adicional vivieron en la casa del hermano de Rebeca.

“Había momentos en que no teníamos ni para el almuerzo. Me encerraba en un cuarto a llorar y a orar”, rememoró Rebeca.

El accesorio que ayudó a cambiar las cosas

¿Qué hacer para enfrentar este embate económico?

Rebeca echó mano a una invención que había creado tiempo atrás para su hijo Ethan y que había sido pensada ser empleada por sus hijos, no para ser comercializada.

Luego de cambiar la silla para transportar a Ethan en el carro, al dormirse, la cabeza se le venía hacia delante, lo que preocupaba a sus padres pues temían que su cuello o cabeza se lesionara.

Esto provocaba que, al manejar, Diego se estuviera fijando por el retrovisor para vigilar a su hijo. Mientras tanto, en viajes más largos, Rebeca se dirigía hacia la parte de atrás del carro y sostenía la cabeza del niño, lo que terminaba siendo muy cansado.

La joven madre intentó buscar en el mercado productos que le sostuvieran la cabeza al menor, pero no daban los resultados deseados. Por ello, decidió diseñarlos ella misma.

El producto consiste en un sujetador para el cuello del niño (ver video y fotos), que puede emplearse tanto en las sillas para niños como en los boosters.

Un proceso

En ese entonces, la empresaria no sabía coser, por lo que le pidió ayuda su mamá, doña Gloria.

Antes de decidir lanzar el producto para ser vendido, la emprendedora quiso hacerle mejoras. Aunque este resolvía su inconveniente, estéticamente no se veía bien.

“Parecía un silla eléctrica, se veía horrible…Empecé a hacerlos (los accesorios) un poco más pequeños, un poco más moldeados, más ovalados”, contó la empresaria de 28 años.

Al publicar la imagen del producto en su Facebook, atrajo la atención de otros usuarios, e incluso de medios de comunicación que la contactaron para dar a conocer su invención.

Gracias a esto, aquella idea pensada para solventar una necesidad personal, se transformó en un negocio, que hoy le genera ingresos y los ayudó a salir adelante. El emprendimiento se denomina Bebé Unik CR.

Las cosas mejoraron y a Juan Diego lo volvieron a llamar para realizar diferentes trabajos, aunque él también contribuye con la empresa familiar al comprar los materiales y cortar tela.

Hoy el producto se vende en la boutique Little People en el Centro Comercial del Sur, participan en ferias y venden por encargo.

El principal reto de este negocio es que todavía no puede producir a gran escala, debido a que no cuenta con los recursos suficientes para comprar máquinas industriales, ni para contratar personal.

Como consecuencia de esto, han tenido que declinar vender su producto en otras tiendas, por lo que esperan solventar esta situación y en los próximos años colocar su accesorio en todo el territorio nacional.

Posteriormente, su meta es vender el producto fuera de las fronteras nacionales.

La crisis económica que vivió esta familia fue una oportunidad de desarrollar su espíritu emprendedor y también los ayudó a crecer como matrimonio.

“A pesar de que nos quedamos sin casa y tuvimos que vender el carro, al final vimos la misericordia de Dios, nos acercó más”, subrayó Juan Diego, de 36 años.

Lo que para ellos era un simple invento, una “tontería”, es hoy la empresa que les ayuda a pagar las cuentas y que está contribuyendo a solventar un problema que no solo los afectaba a ellos, sino a otras familias que se interesan en sus productos.