Un emprendimiento social volcado hacia la población de Sámara

A los menores les imparten clases gratuitas de inglés, de arte, de tecnología y de empoderamiento femenino.

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Andrea Keith, una psicóloga estadounidense de 29 años, conoció Sámara cuando era estudiante de intercambio de la Universidad Nacional.

Este sitio turístico capturó su atención por sus bellezas naturales y también por las necesidades de sus pobladores, especialmente los niños.

Su interés en este pueblo fue tanto que regresó a su país con tristeza a finalizar sus estudios de psicología y español. Sin embargo, al poco tiempo retornó a Costa Rica a levantar una asociación que trabaja en educar a niños y jóvenes en esta zona.

“Algo dentro de mí se reconoció muy bien con Sámara”, recordó Keith.

Por la influencia de su padre Kent, que trabaja con inmigrantes en Houston y de la escuela católica en el que estudió por 14 años, Keith desde pequeña ha estado involucrada en temas de voluntariado.

La Asociación Crear empezó a operar en el año 2005 como un programa de educación suplementaria para mejorar la educación de los menores, con un enfoque en la enseñanza del arte, el inglés y el desarrollo de actividades dirigidas a la comunidad.

Cuando su anterior fundadora -otra estadounidense- debió regresar a Estados Unidos, el proyecto decayó. Tras volver a Costa Rica, en el 2008, Keith retomó el proyecto y desde ese año hasta la fecha no ha parado de trabajar en enseñar –junto con otros profesores y voluntarios– a entre 80 y 100 menores de Playa Sámara y El Torito.

Además, estableció el modelo de negocios que consiste en organizar programas de voluntariado para extranjeros que vienen al país, a cambio de una contribución.

De allí obtienen parte de sus recursos, pues funcionan como una especie de agencia de viajes en este campo y, además, organizan actividades como carreras y torneos de surf para recaudar fondos.

Este año ella fue galardonada con el Premio Yo Creo, que otorga la Universidad Latina a los jóvenes que son emprendedores sociales.

Para ella esta fue una "dulce experiencia" y se dio cuenta que no es la única que a veces siente que está "nadando contra la corriente" al trabajar en este tipo de proyectos.

Pérdida de clases

¿Cuál es la problemática que hay en algunas escuelas de estos pueblos guanacastecos, que requirió de la intervención de esta asociación?

Muchas veces los niños reciben de cuatro a cinco horas diarias de lecciones por falta de recursos, lo cual implica una serie de vacíos en su educación que la organización pretende llenar.

“Los niños pierden muchas clases aquí porque hay escuelas con una sola maestra. Por ejemplo, si hay una reunión del primer ciclo, la maestra tiene que salir y todos los de la escuela pierden clases ese día”, lamentó Keith.

Lo mismo sucede si el educador tiene una capacitación o si se enferma, pues no hay suficiente presupuesto para contratar a otra persona que le sustituya.

En este momento, la escuela de Sámara centro se encuentra recibiendo clases en el salón comunal –sitio donde opera la asociación- debido a que se están remodelando unas aulas de la institución.

Los niños perderán clases un día de la próxima semana porque en el salón comunal hay programada una fiesta de 15 años, ejemplificó Keith para demostrar cómo la pérdida de clases es común en esta región.

“No es culpa de las escuelas, sino de la falta de recursos”, subrayó.

Empoderamiento femenino y tecnología

Durante 210 días al año la asociación ofrece clases gratuitas de inglés, de tecnología y de arte para niños y jóvenes, así como de empoderamiento femenino para las colegialas.

Después de asistir a la escuela, los menores se dirigen voluntariamente al salón comunal de El Torito donde reciben clases de arte desde las 2 p.m. hasta las 3 p.m. de lunes a jueves.

Allí dibujan, pintan, han hecho murales, utilizan en muchos casos materiales reciclados para construir personajes o criaturas.

“Se ha comprobado que el arte ayuda al niño en cuanto al lenguaje, el desempeño académico, en sus habilidades motoras y también en su pensamiento analítico”, expresó Keith.

En esos mismos días, de 3:30 p.m. a 4:30 p.m., imparten las clases de inglés en el salón comunal de Playa Sámara. También se ofrecen clases de este idioma a los adultos.

Los días lunes y jueves brindan clases de tecnología. En este momento los estudiantes están aprendiendo a utilizar una impresora 3D.

“Esos niños están haciendo cosas súper avanzadas”.

También se tratan temas ingenieriles adaptados para niños.

Otro de sus programas entre semana se enfoca en enseñar a las jóvenes que tienen entre 12 y 17 años sobre empoderamiento femenino.

Este es uno de los programas que más motiva a Keith, pues dice que a las niñas que participan en él las conoce desde hace siete años.

“Eran chiquitillas y ahora se están convirtiendo en mujeres y me di cuenta que necesitan ayuda en cuanto a autoestima, motivación. La idea es abrirles un espacio seguro donde puedan hablar de temas difíciles, por ejemplo, de sexualidad”.

El reto es mentalizarlas sobre la importancia de graduarse del colegio, impulsarlas a que asistan a la universidad y que con su educación realicen cambios en sus propias comunidades.

La idea es extender esta iniciativa de empoderamiento femenino, de manera que alcance a niñas entre 7 y 10 años. Además, se pretende enseñarles a los hombres colegiales sobre el respeto hacia las mujeres y ayudarlos a ellos también con sus problemáticas.

La preocupación principal de Andrea es que la organización contribuya cada vez más a aumentar las tasas de graduación en escuelas y colegios de Sámara.