Biología de las instituciones

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En la escuela se enseñaba que los organismos vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Luego, en la universidad, aprendí que la vida es un poco más compleja que eso, pero que esos principios se mantienen.

Las instituciones públicas, y también las privadas, podrían concebirse como organismos vivientes, donde los análogos estructurales de las células, tejidos, órganos y sistemas serían respectivamente los individuos, departamentos, áreas y direcciones.

Como la vida es así, ningún organismo vive para siempre. Hay que aceptar que hay periodos de máxima vitalidad y otros de pérdida de funcionalidad, envejecimiento y muerte. Esto es fundamental tenerlo presente ahora que se discute la reforma del Estado y el cierre de instituciones. Es natural.

Pero como los organismos no viven aislados, sino interaccionan con otras especies y con el ambiente, también es fundamental considerar algunos principios de la ecología.

En los ecosistemas existen especies pioneras, que tienen una vida corta, pero que crean las condiciones para que se establezcan otras especies más duraderas. Hoy, habría que determinar si algunas instituciones son vestigios de esas pioneras que ya cumplieron su función y no se necesitan.

Los ecosistemas también son dinámicos. Existen relaciones de simbiosis, comensalismo, parasitismo y también depredación. El sistema legal debe permitir la ocurrencia de estos procesos naturales.

Es más, el sistema legal y su institucionalidad también podrían concebirse como un ecosistema. Por tanto, también les aplicaría los principios naturales descritos anteriormente.

Por último, sería bueno que los formuladores de políticas públicas desempolven sus apuntes de biología, o se asesoren por profesionales de las ciencias naturales, a la hora de tomar decisiones sobre el manejo del ecosistema institucional.