Bosques: meollo acuerdo de París

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Una observación interesante sobre el proceso de análisis que diferentes sectores interesados han iniciado del histórico acuerdo alcanzado en París, en diciembre pasado, sobre el cambio climático, es que es imposible ignorar que los bosques y otros ecosistemas que fijan carbono constituyen el meollo de dicho convenio (S. Leonard, Centro para la Investigación Forestal Internacional).

Veamos la razón. Los bosques absorben anualmente 2.600 millones de toneladas de dióxido de carbono, equivalentes a cerca de una tercera parte del que se libera actualmente al quemar combustibles fósiles, según datos del Centro forestal antes citado. Por eso es que la tala de bosques tiene un impacto tan elevado en la capacidad de fijación de carbono y, por ende, en el cambio climático. La reducción de la deforestación y de la degradación de los bosques, por el contrario, disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero y aumenta la captura de carbono. Los bosques son determinantes para mitigar o detener el cambio climático y sus efectos presentes y futuros en la humanidad. Pero, además, tienen una alta resiliencia al cambio del clima, siendo imprescindibles en la captación y regulación del agua, la protección del suelo y estabilización del clima y en bajar la temperatura ambiente. Es decir, en la adaptación al cambio que inevitablemente debemos hacer.

En resumen, el acuerdo de París tiene la virtud de destacar el papel de los bosques en la mitigación y adaptación al cambio climático, algo que no se había dado hasta ahora. Además, resalta el hecho de que son los procesos naturales que se dan en bosques y océanos los que en última instancia podrán recapturar el carbono que los humanos pusimos en la atmósfera, provocando el cambio de clima que ya sufrimos.

En opinión de algunos, los bosques han pasado de ser las víctimas de las acciones humanas a convertirse en actores clave que nos pueden salvar en la lucha contra el cambio climático.