En estos días, representantes de los países signatarios del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático se reúnen en Lima, Perú, en busca de fórmulas que contribuyan a aminorar la magnitud del impacto de estas perturbaciones en el planeta. Además, buscan proponer ideas y soluciones que permitan a la humanidad adaptarse a esos cambios, cada vez más evidentes.
Estos cambios no son triviales: tienen que ver con la disponibilidad de agua potable, con los fenómenos extremos de inundaciones y sequías, con la seguridad de las cosechas agrícolas, con la salud humana y con la disponibilidad y costo de la electricidad, entre otros temas.
Un grupo de científicos y formuladores de políticas reunidos en Lima plantea que “para poder proteger a las personas y el planeta del cambio climático, debemos acordar acciones urgentes dirigidas a reducir las emisiones de gases de invernadero y ayudar a los países a adaptarse a impactos inevitables”.
Los expertos destacan que las posibilidades de adaptación estarán determinadas en gran medida por la conservación y el uso sostenible (manejo) de la biodiversidad –en bosques, montañas y océanos–, y en muchos casos por lo que podamos restaurar de dichos ecosistemas tanto en áreas silvestres como de producción agrícola.
Es evidente que la elaboración de políticas para la gestión de la biodiversidad y el cambio climático debe hacerse con una visión integral, pues las perturbaciones que están ocurriendo tienen efectos recíprocos: la biodiversidad se ve afectada por el cambio climático pero su manejo adecuado puede a la vez paliar los efectos de este proceso.
Enfrentar este complejo reto requerirá, entre otros, de una visión compartida, redes de colaboración, conocimiento y vínculos entre disciplinas y entre los sectores científico, privado y político gubernamental.