Columna Scientia: La necesidad de modernizar la escuela

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Desde los Diálogos , de Platón, se viene filosofando sobre la importancia que tiene la educación de los jóvenes para la sociedad y el Estado, viéndolos como el futuro del país, pero se les educa para el presente, o peor, se les educa para ayer. En el último siglo, la escuela ha cambiado muy poco en su esencia modernista del siglo XIX, pero necesitamos urgentemente una escuela posmoderna, integrada al siglo XXI.

En los últimos veinticinco años, la revolución científico-tecnológica ha cambiado por completo las comunicaciones, la interacción de los individuos, la organización y acceso de la información y los conocimientos, las formas de creación de valor. Un invento radical como Internet móvil o nuevos servicios, como la videoconferencia por celular o inventos como las tabletas, han venido a empoderar a los jóvenes para la vida económica, social, política y cultural y están cambiando profundamente la cultura, los negocios y sus organizaciones.

Pero la escuela permanece con un ideario anacrónico: el estudiante no sabe, el que sabe es el profesor o el conocimiento más inmediato lo tiene el profesor, o al menos él sabe dónde está; el aprendizaje lo dirige el profesor, pues los estudiantes no aprenden solos; la palabra oral es el vehículo de la enseñanza y el libro la fuente del saber.

En la escuela moderna, los profesores no saben qué hacer con los estudiantes, pues ellos tienen Internet, celulares, tabletas o portátiles; ellos aprenden mucho solos; además, se dan cuenta por la web de qué y cuánto sabe el profe –y esto no sería malo si el profe no tuviera el monopolio de la enseñanza– y cuáles son las fuentes de los conocimientos más actualizados.

Recientemente la prensa informó que los profesores “han perdido la batalla de los celulares en el aula”, pero lo más asombroso fueron las declaraciones de profesores que dijeron permitir el celular –como premio a los alumnos bien portados– pero solo para hablar con familiares.