Se dice que estamos ante un problema cuando se tiene un objetivo, una meta o un estado final, pero no se sabe cómo alcanzarlo.
Según Dörner y Funke, el problema se vuelve complejo por la presencia de factores como el número de variables que intervienen y sus interrelaciones, la dinámica temporal que estas variables tienen en la situación, con la predicción de sus impactos en el tiempo y, por la claridad, ignorancia o incertidumbre que se tenga de estos factores, del objetivo o la meta.
A veces, en una situación compleja, alcanzar el objetivo implica considerar cómo alcanzar metas intermedias que presentan antagonismos entre sus resultados.
La solución de problemas complejos es la habilidad más valorada entre las diez principales habilidades blandas, según Saadia Zahidi y Till Leopold, del Foro Económico Mundial reciente. Le siguen en importancia: pensamiento crítico, creatividad, conducción de colaboradores, coordinación con otros, inteligencia emocional, habilidad para la toma de decisiones, para la negociación, la orientación al servicio y la flexibilidad cognoscitiva.
La solución de problemas es considerada la más compleja de las funciones intelectuales y el proceso cognoscitivo de más alto nivel cuando se trata de problemas complejos. ¿Cómo formar esta habilidad?, es de suyo un problema complejo.
Para enfrentar los problemas complejos se recomienda, entre otros, analizar cada uno de los factores mencionados, para diseñar una estrategia de solución que lleve exitosamente del estado actual problemático al estado final de solución.
Puede ser un ciclo que se repita en cada fase de soluciones parciales –estrategia “divide y vencerás”– o un proceso que avance en varias ramas de un grafo. Y para ejecutar la estrategia se requiere de personas con las habilidades mencionadas (pensamiento critico, creatividad, flexibilidad cognoscitiva, ...), de forma que las habilidades se integran en la acción.