Columna Scientia: Recursos subutilizados

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Un hecho poco conocido es que la región donde vivimos, denominada Mesoamérica (el sur de México y Centroamérica) es uno de los sitios de origen de la agricultura más importantes de la humanidad. Hace unos 10.000 años, en el Medio Oriente, Mesoamérica, la región andina y otros lugares de Asia y África, el ser humano primitivo hizo el gran descubrimiento de la domesticación de plantas y animales. Al asegurarse la base alimentaria, dejando atrás la etapa primitiva de cazador-recolector nómada, la sociedad humana cambió radicalmente al volverse sedentaria.

Nuestras culturas autóctonas fueron maestras en el arte y la ciencia de la domesticación, aprovechando de manera inteligente la extraordinaria biodiversidad de la región. Más de 300 especies de plantas, animales y microorganismos fueron domesticados con el conocimiento técnico y científico disponible hace varios milenios. Entre ellas hay plantas alimenticias y medicinales, fibras, maderas y colorantes. Entre las especies alimenticias más conocidas están maíz, frijol, aguacate, tomate, chayote, chile y ayote.

Su importancia económica y alimenticia a nivel mundial es gigantesca. Lo interesante es que ahora, con el cambio climático, la agricultura empieza a entrar en una etapa crítica de la mayor magnitud, y diversificar la producción agrícola es un imperativo ineludible.

Gracias a nuestros antecesores precolombinos, en la región existe aún una enorme variedad de estas mismas especies y un gran número de otras domesticadas, de igual o mayor valor alimenticio que esas más conocidas, pero que habían caído en desuso. En esa rica gama de variedades está nuestra gran oportunidad de solventar el problema de seguridad alimentaria. Pero está también la oportunidad, mediante la ciencia y la tecnología, de emplearla como fuente de nuevos productos de interés para medicina e industria en general.