Columna Scientia: Sembrando un árbol “raspaguacal” para honrar al rey

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Hace unos días, en una sencilla pero significativa ceremonia en celebración del ascenso al poder del nuevo rey de Holanda, la Embajadora de esta nación amiga sembró en el parque de La Sabana un árbol criollo conocido como “raspaguacal” (Curatella americana).

Es interesante y digna de emular esa costumbre holandesa de celebrar perpetuando en un árbol la memoria de un hecho importante. En este caso, esa celebración también contribuye simbólicamente a destacar el proyecto de rearborización con especies criollas de La Sabana. Pero, además, llama la atención sobre el valor de una especie autóctona de la flora costarricense, cuyo nombre probablemente nunca habían oído mencionar los citadinos que por miles visitan este espacio verde.

Hablemos del origen de ese curioso nombre “raspaguacal”. En épocas pasadas, en regiones de la vertiente del Pacífico como Guanacaste, cuando los utensilios de cocina eran principalmente de madera (no de plástico o metal como ahora), uno muy importante era el guacal. Este es un recipiente hecho del fruto de otro árbol de gran utilidad, el jícaro ( Crescentia cujete ). Sus frutos son grandes, redondos u ovalados y poseen una cáscara que cuando se seca es muy dura, por lo que se presta para hacer vasijas o recipientes para granos, comidas o líquidos.

Como tampoco existían esas “esponjas” con fibra que ahora se usan para limpiar utensilios de cocina, lo que se utilizaba eran precisamente las hojas del “raspaguacal”. Por eso era común encontrar cerca del lavadero o la cocina los manojos de hojas de este árbol. Y la razón es que sus hojas son muy pubescentes con un alto contenido de sílice, lo cual las hace duras y ásperas y por lo tanto aptas para los fines domésticos mencionados. Emulando a los holandeses, podemos perpetuar con especies autóctonas estos lindos rasgos de nuestra cultura tradicional, muy ligados a la naturaleza.